Salón Cosa vs. la división arcaica entre diseño, arte y artesanía
por Ricardo Quiroga
No al “new normal”, sí al “no normal”
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“Solemos condenar a los objetos con reglas de legitimación y credibilidad, llegó la hora de romper con la condena de las etiquetas”, manifiestan sus creadores, Daniela Elbahara y Mario Ballesteros; “es como visitar la casa de un coleccionista excéntrico con el dedo en el pulso de la creación”, todo dentro de la Casa Barragán.
Dícese de cosa todo aquello que existe o tiene entidad, ya sea material o inmaterial, real o imaginaria, concreta o abstracta. Vaya concepto más amplio, impensable en el ánimo contemporáneo de catalogarlo todo en el mercado del arte para asignar a las cosas un estatus y un valor.
Después de enterarme de Salón Cosa y conversar con sus gestores, me atrevo a agregar que el concepto “cosa” resulta pertinente y democrático si lo que se quiere es romper los estigmas de la particularidad, la subordinación de las disciplinas y la jerarquización de los objetos, a partir de criterios tan ajenos al hecho creativo como la galería que respalda a la pieza artística, el nombre y la biografía de quien la crea o las considerables sumas de dinero que se pagan para que un objeto creativo se haga del espacio en una feria de arte o en una bienal.
El asunto (o la cosa) es que desde el 29 de abril el taller de maquetas y el jardín de la Casa Luis Barragán en la Ciudad de México fue tomado por el inadvertido Salón Cosa, un encuentro de largo aliento que, en el marco de la Semana del Arte en la Ciudad de México, reunió objetos contemporáneos con la promesa de un enfoque divergente, ajeno a los circuitos establecidos de producción, exhibición y comercialización, sin divisiones jerárquicas o categóricas entre disciplinas.
Salón Cosa es producto de la colaboración entre el curador, editor y especialista en diseño Mario Ballesteros, quien de 2015 a 2019 fue director y curador en jefe de Archivo Diseño y Arquitectura, y la galerista contemporánea y gestora cultural Daniela Elbahara, quien es fundadora y fue codirectora de Material Art Fair de 2013 a 2017.
Para esta primera edición, los organizadores lograron reunir unas 50 piezas de 30 creadores entre artistas, artesanos, diseñadores y arquitectos, emergentes y consolidados, que no pagaron cuotas de participación y fueron seleccionados únicamente por su propuesta. Se antoja como un retome del gabinete de curiosidades de los siglos XVI al XVIII, pero con objetos extraordinarios de nuestra época que sustituyen el “new normal” por el “no normal”. Los objetos elegidos están bajo reserva. Daniela y Mario apelan al factor sorpresa.
¿Cómo se gesta Salón Cosa, identifica un vacío por ocupar en el mercado?
Mario: Hay una intención de romper con las dimensiones categóricas entre disciplinas creativas. Desde nuestras trincheras tanto Daniela como yo hemos procurado ir en contra de esa noción jerárquica o cerrazón categórica que sucede tanto en el arte como en el diseño. Los diseñadores son renuentes a considerarse artistas o están en contraposición de lo que no es diseño y el arte contemporáneo tiene una visión del diseño como algo menor.
Para nosotros esas divisiones son arcaicas, lo mismo que la sensación de que hay jerarquías establecidas entre diseño, arte, arquitectura y artesanía, sobre todo porque nos interesa mucho traer la artesanía a la mesa y considerarla una esfera creativa contemporánea muy relevante en México.
¿Realmente hay criterios funcionales que distingan entre diseño, artesanía y arte?
Daniela: El mundo del arte contemporáneo es muy celoso y tiene sus reglas, pero en muchos casos esas reglas son bastante anticuadas. Mario y yo hemos estado discutiendo esto a lo largo de los años: solemos condenar las etiquetas que les ponemos a las cosas porque nos hacen atenernos a esas reglas de legitimación y credibilidad. Y llegó la hora de tomar conciencia. Todo es un arte en realidad.
¿Cómo se dio la búsqueda y selección de objetos y creadores?
Mario: Ambos, dentro de nuestros círculos, teníamos muy presente quién es quién, qué se está haciendo, quiénes no han logrado entrar en los circuitos. Daniela y yo teníamos ya sondeados a nuestros gallos, pero el Salón Cosa no está ensimismado. Hemos procurado el talento emergente. Nos emociona, nos mueve y apasiona propulsar voces nuevas y distintas. Hay una búsqueda muy seria y bastante informada.
La sorpresa es que muchos de ellos propusieron obra nueva para Salón. No creíamos que con las limitantes de recursos y de tiempo se fueran a aventar algo nuevo, pero nos complace anunciar que es la primera vez que se exhibe la gran mayoría de las piezas. Es un momento de soltar energía acumulada durante la pandemia.
Pieza de Esteban Tamayo, Salón Cosa 2021. Foto: Erik López @eriklopez.xyz
¿Qué artistas o piezas pueden anticipar de esta primera edición?
Daniela: Estamos mostrando el lado B de muchos de los creadores. Está el caso de Bárbara Sánchez-Kane, que es diseñadora de moda pero de pronto quiso trabajar en una serie de sillas. También es el caso de Esteban Tamayo, quien ahora está mostrando unas sillas hechas con material tecnológico desechado que han causado sensación en el mundo del diseño.
Hay artistas que ya están cotizados dentro del medio del arte, como José León Cerrillo, quien ha expuesto en el MoMA PS1 y ahora hizo un par de sillas bastante interesantes que son la reinterpretación de los “Miguelitos” de Barragán.
Mario: Hay un creador que se llama Puki. Es un joven michoacano, tejedor de rebozos, que se identifica como no binario. Trae todo un discurso identitario y de sexualidad que transmite a través de sus rebozos.
Pieza de Puki, Salón Cosa 2021. Foto: Onda MX
¿Qué hay de la distribución de las piezas, la manera en la que se presentan? ¿También será diferente a la de una feria?
Daniela: No hay nada que ver con una feria. Las jerarquías no existen, ni los stands o booths. Ni siquiera habrá fichas de las piezas ni de quién son. La idea es que coexistan en los espacios. Mario está generando pequeños moods, muy al estilo de Barragán, pero con las piezas de Salón Cosa. Es como si fueras a la casa de un coleccionista excéntrico que tiene el dedo en el pulso en cuanto a arte y diseño.
Mario: No cobrar a los creadores por entrar es parte de la intención de fomentar un mercado distinto para este tipo de objetos coleccionables. Es bien difícil encontrar el esquema, por eso no hay coleccionistas de objetos contemporáneos en México, porque el entramado no lo fomenta, sino que lo dificulta.
¿Habrá un programa de discusión sobre “cosa” y de qué manera se amplía la propuesta del salón al resto de los interesados que no estén presentes?
Mario: Sin duda hay una intención de cumplir un programa con los temas y las personas que nos interesan. Pero queremos extender la experiencia de Cosa más allá del evento. Muy probablemente el programa de discusión lo vamos a integrar entre una edición y otra. Estamos tan locos que estamos considerando hacer una segunda edición a finales de año.
Daniela: Además, buscamos que la siguiente edición sea en otra ciudad. Queremos generar contenidos entre una y otra para que la intención permanezca y en la próxima tengamos gente un poquito más informada al respecto. Habrá un espacio virtual para ver la exposición y estará arriba durante tres meses en caso de que alguien, por alguna y otra razón, no pueda asistir. También anticipamos que la exhibición se quede abierta al público un par de semanas posteriores al evento.
— Ricardo Quiroga
Salón Cosa, ubicado en Jardín 17, Casa Barragán, estará abierto hasta el 18 de mayo, previa cita.
Imagen de portada: Pieza de Luis Úrculo, Salón Cosa 2021. Foto: @eriklopez.xyz