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Polos “a” y “b” en ‘Dibújame un mapa de lo que no verás’ en Casa del Lago UNAM

Reseña

Polos “a” y “b” en ‘Dibújame un mapa de lo que no verás’ en Casa del Lago UNAM

por Sofía Gómez Luna

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Tiempo de lectura

6 min

Especulativamente, la concepción de un mapa se mueve en un espectro que comienza con el polo “a” y se desliza hacia el polo “b”. Al polo “a” se le atribuye lo académico, lo supuestamente objetivo, ya que en este se trazan fríamente delimitaciones y fronteras. Son aquellos mapas tradicionales en los cuales se deforman ciertos países para que los más céntricos puedan mantener sus formas características. Son pequeños y tienen en su mayoría un trasfondo pedagógico. Se supone que debemos ignorar que todas las decisiones de representación en este tipo de mapas generan un discurso, el cual tiende a ser desfavorable a grupos ya marginados. El norte siempre va por encima del sur. Pretenden traducir visualmente el mundo en una hoja “tal como es".

En el polo “b” logramos ver conexiones y rutas. Nos puede remontar a lo “subjetivo”, ya que en este se encuentran nuestros caminos preferidos, donde los referentes son aquellos que nos llaman la atención por cualquier motivo. Pasando la esquina que le gusta al gato rayado, debo girar a la izquierda. Estos mapas “b” son, por ejemplo, los de las estaciones del metro. Claro que cada entidad tiene su nombre e imagen asociada donde las delimitaciones indican un “¡ya llegaste!”, más que un “ya no estás en” o un “aquí empieza”. De igual manera, aquí entran mapas menos tradicionales, aquellos tejidos por recuerdos y dictados por toda experiencia sensible.

María García Ibáñez, There is nothing so far, there is nothing so small, exposición ‘Dibújame un mapa de lo que no verás’, Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM
María García Ibáñez, There is nothing so far, there is nothing so small, exposición ‘Dibújame un mapa de lo que no verás’, Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM

En Casa del Lago, UNAM, Adriana Melchor y Mónica Ramírez proponen una curaduría de distintas piezas en las cuales se descifran los usos posibles de mapas para expresar nuestras inconformidades, deseos y realidades. Dibújame un mapa de lo que no verás busca recorrer distintas nociones de lo que es o no un mapa; recolectando video performances, cromolitografías, impresiones, un biombo, bordados y piezas auditivas que transportan al visitante a distintos espacios.

Polo “a”- Cartografía desafiante

El mapa de Sigüenza y la melanina de Gabriel Garcilazo consiste en distintos trozos de piel de cerdo cortados para asimilar las figuras que vemos en las representaciones de Tenochtitlán. Sobre ellas, usa pintura acrílica para retratar figuras haciendo una clara distinción entre los “prietos” y los “güeros”. Utiliza la herramienta que suele invisibilizar a la población indígena para reivindicarla y hacer una denuncia: el mapa cartográfico. En vez de contener un recuadro de simbología, el artista opta por incluir datos estadísticos referentes a la discriminación racial sistemática que nos rodea; esto lo incorpora en la ficha técnica, nombrando a cada trozo con un dato. Algunas de estas afirmaciones son: “La población prieta en México representa entre el 70 y 80% del total” y “En México 8 de cada 10 mexicanos que nacen en la base de la escalera social no logran superar la condición de pobreza”.

Gabriel Garcilazo, El mapa de Siguenza y la melanina, exposición ‘Dibújame un mapa que no verás’. Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM
Gabriel Garcilazo, El mapa de Siguenza y la melanina, exposición ‘Dibújame un mapa que no verás’. Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM

A partir de usar un lenguaje visual y un vocabulario que se apega a lo académico, Garcilazo enfatiza la importancia de los colores impregnados en la piel de cerdo. Este enfoque nos saca de la monotonía de los mapas sepia en los cuales lo único relevante es la distribución de territorios, un problema central en cómo se ha abusado de los pueblos indígenas. Nos remite a las ideas esparcidas en las Leyes de Indias, las cuales buscaban proteger a estas comunidades, pero mantenían tanto el sistema de abusos como el robo de territorios y recursos. De igual forma, al darle tanta importancia al color, se abre la discusión del racismo: nos lleva a cuestionarnos cómo la identidad mexicana, al igual que un mapa, ha sido deformada y mutilada.

Gabriel Garcilazo, El mapa de Siguenza y la melanina, exposición ‘Dibújame un mapa que no verás’. Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM
Gabriel Garcilazo, El mapa de Siguenza y la melanina, exposición ‘Dibújame un mapa que no verás’. Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM

Polo “b”- Topografía gastronómica

La instalación del oráculo, en un inicio, carecía de una conexión obvia con el mapa. En un espacio lleno de pinturas, dibujos y bordados hay un comal gigante con patas, un par de audífonos y sillas metálicas alrededor. La curaduría me permitió recorrer las salas de manera ordenada, sin saltarme nada, y cerrar con Oráculo de las tortillas: El futuro se le infló, cómase sus tortillas (duo) de Mariana Castillo Deball y Carlos Sandoval, que llamó mi atención desde el principio. Al sentarme, me puse los audífonos y una pista comenzó. En ella, una voz femenina lee el oráculo de una chica llamada Rita, a partir de la cocción y sonido de las tortillas que hace la mujer lectora. Pone las bolitas de masa en puntos clave del comal, los cuales están relacionados a los siguientes cinco poderes: destino, guía, aliado, opuesto y de acción.

Si la tortilla se infla, es una buena señal; si no lo hace, no hay por qué preocuparse. Estas palabras son complementadas auditivamente con conversaciones lejanas, coches en la cercanía, bicicletas, bocinas con música, el sonido del agua humedeciendo la masa y la tortilladora siendo presionada. En la lectura, se aconseja pedir ayuda a algún ser querido y ofrecer lo mismo de vuelta. Esta pieza genera dos mapas, el primero es topográfico, aquel que se traza en el comal gigante, en el cual imaginamos masa de tortillas desprendiendo vapor e inflándose; el segundo lo construimos de igual forma con nuestra imaginación, esta vez con los sonidos que rodean la lectura del oráculo, es decir, el espacio físico donde se podría encontrar el comal con las sillas. Es importante olvidarse de la presencia de los audífonos para disfrutar esta pieza.

Vista de la exposición ‘Dibújame un mapa de lo que no verás’. Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM
Vista de la exposición ‘Dibújame un mapa de lo que no verás’. Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM

Independientemente de la concepción propia de lo que constituye un mapa, Dibújame un mapa de lo que no verás nos desafía al sumergirnos en las propuestas de las piezas. La diversidad en temáticas y técnicas empleadas, que expanden este concepto como herramienta, nos lleva a cada rincón de la identidad, vislumbrando así el poder de los mapas como medio de expresión. En la muestra también se encuentra el trabajo de Antonia Alarcón, Wendy Cabrera Rubio y Charlotte González, Miguel Covarrubias, María García Ibáñez, Justino Fernández, Alejandro “Luperca” Morales, Michelle Sáenz Burrola, Alan Sierra, Vladimir Kibalchich Rusakov “Vlady” y Marek Wolfryd.

La exposición está cerrada por periodo vacacional y se podrá volver a visitar a partir del 24 de julio, hasta el 17 de noviembre de 2024.

Sofía Gómez Luna

Imagen de portada: Alan Sierra, Un hilo colocado con cuidado sobre un mapa por dos manos que vienen desde arriba o La frontera, exposición 'Dibújame un mapa de lo que no verás’. Foto: Mara Arteaga. Cortesía Casa del Lago UNAM

Publicado el 14 julio 2024