Partido a partido. Sobre 'Paradero' de Manuel García
por Alejandra Arreola
En Armen Daguer
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Lo visto el último año, partido a partido, ha sido un mazazo contra el cinismo, contra el pesimismo, contra la sensación de que los más grandes siempre van a comerse a los pequeños. — Santiago Roncagliolo, sobre el Atlético de Madrid, Champions League, 2014.
Para adentrarse en la obra de Manuel García es necesario saber que estamos ante un artista colchonero –seguidor del Atlético de Madrid– y atlista desde niño. Los militantes del Aleti y La Fiel siguen religiosamente a sus equipos, "aunque ganen". Ser atlista es una condición que se forja desde el fracaso constante e imprime en sus seguidores una resistente capacidad de aguante, fe y persistencia.
Yo misma crecí en una familia atlista y los integrantes de la Barra 51 se reunían afuera de mi casa en los noventa. Si el Atlas ganaba, nuestro padre nos invitaba a cenar y si perdía, el regreso a casa desde el Estadio Jalisco era puro silencio y caras largas.
Los atlistas sabemos que el sonido del organito que se toca en vivo durante los partidos es una melodía que hace sonreír. En la calle de la casa de mis padres se pintaban frases con pintura blanca sobre larguísimas banderas rojinegras; frases que quedaban plasmadas algunos meses en el asfalto. Hoy, Manuel García levanta banderas hechas por él con frases vinculadas a la explotación laboral que viven los trabajadores o asistentes que colaboran en la cadena de producción en serie de objetos decorativos, a veces denominada arte contemporáneo.
Manuel García presenta la exposición Paradero, curada por Rubén Méndez, en la galería Armen Daguer. Está conformada por platones y jarrones de cerámica intervenidos con dibujos y frases, su estética remite a pósters o afiches donde incorpora a personajes famosos, cantantes de música ranchera y deportistas. Las frases elegidas para acompañar los dibujos evocan momentos que conocimos en la televisión o las redes sociales y fueron viralizados por las masas.
Sin un statement rebuscado, su obra surge desde el lenguaje popular y el uso de este hace que su trabajo resalte entre la producción artística local joven donde se desarrollan repetitivamente algunos ejes temáticos como las revisiones históricas o investigaciones “serias” que suelen ser soporíferas. Así como proyectos que afirman construirse desde prácticas relacionales, creados desde “los afectos”, “los espacios de resistencia” y “las disidencias”, experiencias sagradas que al añadirse obscenamente a tantos discursos han sido vaciadas de sentido.
El boxeo, el fútbol soccer y el disfrute sexual son temas recurrentes en la producción dibujística de Manuel, en conjunto con las frases que incluye, como la contundente “Somos tan distintos”, ofrece un amplio rango de lecturas. Dentro de esta cancha, que es una sociedad rota, donde personajes mediáticos y nuestras vecinas se dedican a lanzar mensajes de odio, una regresa a plantearse la frase que nos propone el artista: “¿Será, que verdaderamente somos tan distintas?”.
El sexo siempre ha sido y será una experiencia que nos permite fusionarnos, reconocernos, disfrutarnos y encontrarnos. Aunque tú hayas nacido hasta allá y yo venga desde acá. El disfrute sexual es bandera del fair play, el juego donde gozamos: una tregua de placer simple al alcance de todas las cuerpas.
Vista de la exposición de Manuel García, Paradero, Armen Daguer, Guadalajara. Foto: Omar Elizarrarás
Manuel se declara un romántico y en la exhibición muestra un dulce dibujo de sexo doméstico en el que aparece su perro Cecilio como espectador de la escena, quien deliberadamente se nos presenta como integrante nuclear de una manada interespecie y amorosa. Quizá, ser un romántico es la única forma de supervivencia para algunos.
La frase “Arrogante y Vanidoso” otorga un clima de desconcierto a la sala de exposición, nadie quiere auto publicitarse de manera negativa. Por ello, debemos reconocer que existen muchos tipos de vanidad y parece que Manuel se refiere a la que cautivaba a Robert Walser: basada en una tierna exhibición de lo mínimo y lo fugaz. Vanidad parecida a la que experimentan las personas enamoradas, que se nutren de una fuerza que atraviesa las paredes.
Vista de la exposición de Manuel García, Paradero, Armen Daguer, Guadalajara. Foto: Omar Elizarrarás
El sentido del humor también permea las imágenes que conforman la muestra y fueron plasmadas en el taller de cerámica de Santiago Padilla. Ni tan joven ni tan aprendiz, Manuel persiste y trabaja frente a la mesa de dibujo como Jack Dempsey y Gene Tunney en la extendida contienda sobre el ring durante 1926-1927. Y va creando, partido a partido, un cuerpo de obra con estilo propio.
Su proyecto Obreros de la cultura F. C. provoca ruido en la ciudad de Guadalajara, al exhibir sin maquillaje el hecho de que los grandes estudios de producción artística reproducen las mismas dinámicas de explotación que cualquier otra empresa ojete. Se necesita coraje y determinación para crear proyectos de esta naturaleza en un entorno híper conservador, donde la mayoría de las trabajadoras de la cultura acostumbran declarar de manera sumisa que los ambientes laborales son sanos y de respeto mutuo: una maravillosa aventura.
Tuve la dicha de ver a Manuel y a mi padre intercambiar sus dibujos, en ellos figuran la alineación rojinegra del 51, Maradona, Sócrates –el filósofo del balón– y caricaturas en las que Manuel aparece caracterizado como vaquero, a caballo y con sombrero. También tuve el honor de que Manuel durmiera en el sillón, junto a la cama de mi padre moribundo. Un acompañamiento estético que no realiza cualquier yerno. Me refiero al tipo de lealtad que puede darse entre atlistas.
Paradero, de Manuel García, se presenta en la galería Armen Daguer en Guadalajara hasta el 28 de junio de 2023.