Otras preguntas aparecen cuando las imágenes (visuales) lo hacen: Alan Balthazar
por Alí Cotero
En Salón Silicón
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El conjuro lumínico en el contexto doméstico
Cada partida/llegada a un otro territorio implica un reacomodo de afectos de allá y aquí, al reconocer(se) en el desarraigo y el arraigo. Quizá no alcancemos a saber los motivos más íntimos por los cuales un día Alan Balthazar (Tamaulipas, 1988-2017) dejó su lugar de crianza para colocar su cuerpx, deseos y sueños en la naciente escena nocturna cuir/queer de la Ciudad de México, donde performó su fervor por la vida creativa hasta el día de su muerte, por complicaciones del VIH.
Tampoco sabremos cuál sería su percepción ante un hecho contundente: hoy, otrxs cuerpos están abriendo su archivo, exponiendo su trabajo, escribiendo sobre su existencia, mientras su cuerpo ya no está. Me refiero a El deseo opaca la luz, la exposición que Salón Silicón dedica, bajo la óptica de lo inédito, a su labor como fotógrafx. Una suerte de asomo a su archivo afectivo traducido en imágenes visuales que contienen paisajes del contexto doméstico, de gestos corporales erotizados entre la luz que reposa sobre los objetos y de las sombras que se ocultan en los pliegues de la piel de Edmundo Rivas.
¿Por qué el sistema sigue replicando la muerte como acontecimiento para reconocer la labor que se hace en vida, en vez de cuidar la vida de lxs cuerpxs vulneradxs? ¿Qué pensaría Alan de que su trabajo artístico—luego caja de objetos, recuerdos y afectos—sea depositado en el lugar del archivo? Una inevitable pregunta ética aparece en dos vertientes: lo público y lo privado, ¿cómo apelar al cuidado en esta argumentación?
Además de su trabajo, lo que nos llega hoy de Balthazar es su descripción. Laos Salazar dice que “fue reconocida como una figura icónica (...) fue actriz, performer, modelo y DJ, facetas desarrolladas siempre a la par de su pasión por las cámaras analógicas, lo cual le llevó a producir una justa cantidad de imágenes”, y que lo que se presenta en Silicón es un montaje que coloca una “serie de fotogramas de un mismo negativo, en el cual Alan realizó múltiples exposiciones, en un verdadero estudio experimental de iluminación y color”.
Además de las imágenes, la muestra atendió las lógicas de su diario, en el dominio alanbalthazar.tumblr. Así nos llegan fechas, imágenes, pistas y huellas que perviven en sus publicaciones sobre los desplazamientos de/en/sus distintas corporalidades.
El deseo opaca la luz es la primera incursión de la galería en archivos cuir/queer. El resultado de la exploración partió de conversaciones entre Laos Salazar y Pepx Romero, por ahí del 2020. Además, el archivo también es consultable; en la actualidad se encuentra en estado de ensamblaje, dado que es una labor a largo plazo.
Vista de la exposición "El deseo opaca la luz", Alan Balthazar, Salón Silicón, 2022. Foto: Manuel Huesca Toledo
La aparición de otras preguntas
Explorar el archivo de una persona que ha muerto genera ansiedades, preguntas, ilusiones, decepciones, inquietudes, sensibilidades y deseos. Todo ello desde un sentir/pensar que continúa bajo secrecía y que eventualmente será público. “Hay que asomarse al archivo bajo sospecha”, dice Mag de Santos, quien es parte de Río Paraná (artistas visuales trans del sur).
A lxs gestorxs de archivos que estamos aquí, vivxs, nos atañen algunas preguntas bajo esa sospecha. ¿Cómo podemos interpretar la aparición de deseos y voluntades de lx poseedorx del archivo? ¿Cómo superponer narrativas que van desde el orden de lo afectivo, transitando por lo político y, en algunos casos, hasta lo económico? ¿Qué función tiene el archivo cuando comienza circular en circuitos de exposición? En el caso de Balthazar, cuando confrontamos su archivo, ¿la exploración tendría que ser individual o grupal?
Para la práctica artística, un archivo es lugar para, idealmente juntxs, constatar/constelar afectos, relaciones, vinculaciones, intelectualidades y afinidades; así podemos comprender más sobre los procesos de lx credorx. A la par, se abre la posibilidad de reinterpretar su quehacer tomando en cuenta la percepción de quien excava en ese lugar desde lo reprimido, lo privado, lo desviado y lo destruido.
También es importante reelaborar constantemente el concepto mismo de archivo en términos de mercado, de marco legal e institucional, pues aparece otra pregunta sospechosa, ¿a qué cuerpxs benefician/afectan sus operaciones en el circuito comercial? Insisto: ¿Cuál sería forma, si nos la preguntamos a nosotrxs mismxs, de experimentar, escarbar y explorar en un archivo cuando el cuerpo natural que lo sostuvo ya no está presente?