Los materiales cargan sus propias memorias. Sabrina Herbosa Reyes en Aparador
por Mariel Vela
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Encontrarse con una escultura es un acto coreográfico; dos cuerpos de materialidades y dimensiones variables entran en relación al instante, así sea de modo casi imperceptible. No creo que sea casualidad que históricamente hayan surgido colaboraciones entre coreografxs y escultorxs. Pienso en las escenografías que Isamu Noguchi creó para las obras de Martha Graham o en las coreogegos interpretadas por la bailarina Sonia Sanoja, en complicidad con Gego.
Para su primera exposición individual, titulada Elogio de mudanza, Sabrina Herbosa Reyes presenta algunas de sus esculturas más recientes. La palabra mudanza tiene el significado de “acción y efecto de trasladar” y a la vez viene del latín mutare que significa “cambiar”. Sin evitar el sesgo, lo primero que noté al ver el Instagram de Herbosa es que además de escultora también es bailarina. ¿Cuáles son las mutaciones que le interesan?
Hay algo teatral respecto a la iluminación dentro de Aparador. El espacio está casi oscuro de no ser por focos pequeños que iluminan algunas de las piezas sutilmente. Las esculturas tituladas Figures of Intuition se alzan como árboles o brotes monolíticos de cemento y metal, juntos construyen un ensamblaje en apariencia orgánico. La pieza The Last Bloom tiene las dos extremidades superiores en suspensión, mientras que el resto de la negrura se desborda pesadamente hacia el suelo. Un juego de fuerzas acentuado por el textil embalsamado en concreto.
A inicios del siglo XX, el mármol y el bronce fueron reemplazados por materiales industriales tales como el concreto, el metal o el cristal para producir esculturas, en rechazo a los excesos decorativos del arte burgués. Tanto para Herbosa como para Gabriela Mosqueda, la curadora, los materiales industriales reflejan una experiencia del cotidiano urbano en las derivas de la artista, realizadas en ciudades como Nueva York o la Ciudad de México.
Al llegar a Aparador, una iniciativa de Aldo Chaparro Studios, lo primero que vi fue el gran portón rojizo, posiblemente acero corten, patentado por la United States Steel Corporation en 1933. El mismo que utiliza Richard Serra para muchas de sus piezas. ¿Con qué tradiciones dialoga Aparador mediante este gesto? ¿Qué paralelismos narrativos busca generar? Los materiales cargan sus propias memorias.
Sabrina Herbosa Reyes, Elogio de Mudanza, vista de instalación. Foto: Daniela Corona Nájera. Cortesía de la artista
Las estructuras Wring Me to Dry I y II están instaladas una a lado de la otra; un díptico de aceros curvos untados con hormigón gris. Ambas piezas cuelgan de cadenas que parecen collares y se hallan iluminadas a contraluz, produciendo sombras sinuosas de retículas invadidas por manchas. La presencia fantasmal de estos dibujos me recuerda a algunas de las piezas de Gego, producidas en diálogo con artistas cinéticos de Caracas como Alejandro Otero y Jesús Rafael Soto. A pesar de estar colgadas, se encuentran suspendidas casi en la inmovilidad. Sin embargo, hay algo en los materiales que produce una vibración en la retina. Un efecto óptico o quizás una intuición primaria de que ciertas estructuras despiertan: espirales, proporciones áureas, rectángulos dorados y campos electromagnéticos.
Sabrina Herbosa Reyes, Elogio de Mudanza, vista de instalación. Foto: Daniela Corona Nájera. Cortesía de la artista
I Follow You Into the Depths, la instalación del fondo, remite al mar de Filipinas, de donde es originaria la artista. La luz, nuevamente un elemento importante, produce diminutos destellos en este material creado para propósitos industriales, ahora convertido en un oleaje de mallas metálicas. Observo las sombras de Herbosa caminar entre la pieza oceánica e imagino que podrían formar parte de la escenografía que acompaña a una danza. Tal vez la danza está en las estructuras mismas.