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Los fantasmas después de la catástrofe: entrevista a Emiliano de Ezkauriatza

Entrevista

Los fantasmas después de la catástrofe: entrevista a Emiliano de Ezkauriatza

por Camila Izaguirre

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Tiempo de lectura

6 min

La obra de Emiliano de Ezkauriatza abre un portal hacia un mundo de ensueño. Por una diminuta ventana muestra un universo de composiciones a color, una suerte de encuentro cercano con alucinaciones que se vuelven realidad.

Conocí a Emiliano de Ezkauriatza en la universidad, un día que entró al taller sosteniendo un libro: La melancólica muerte de Chico Ostra, un poemario de Tim Burton que ha estado en mi repertorio de títulos favoritos desde hace tiempo. Llamó mi atención que alguien llevara consigo un libro que por sí mismo es peculiar. Luego de unos meses y a medida que conocía su propuesta, empecé a pensar en que el contenido del libro y la obra pictórica de Emiliano compartían un carácter tan misterioso como fantástico.

Por este y otros intereses en común es que hemos conectado, siendo ambos artistas de la misma generación, inclinados hacia la pintura, pero también curiosos por experimentar las ideas en otros soportes.

Emiliano de Ezkauriatza, Booth FAMA (2023). Cortesía del artista. Fotografía por Michelle Lartigue.
Emiliano de Ezkauriatza, Booth FAMA (2023). Cortesía del artista. Fotografía por Michelle Lartigue.

He sido testigo de su desarrollo artístico en los últimos años, aprovechando su participación en la Feria de Arte Mexicano Accesible (FAMA) nos reunimos para conversar sobre los procesos imaginarios y los temas que motivan su obra.

Emiliano de Ezkauriatza: Empecé a dibujar desde que tenía más o menos seis años. Mi interés por el dibujo venía del ocio, pero también por el estrés que sentía en las clases. Así que los números y letras se fueron desplazando, se convertían en líneas, formas, dragones y laberintos. Tenía (y considero que aún tengo) ciertos problemas para concentrarme en una sola cosa, por eso dibujar me servía como un escape parcial. Creo que dibujar en espacios escolares es un ejercicio que existe entre la pedagogía y la travesura, entre el aburrimiento y la aventura.

Emiliano de Ezkauriatza, Solarium, 2023. Marcadores, gouache, lapices de color sobre madera, 10 cm x 30 cm. Cortesía del artista.
Emiliano de Ezkauriatza, Solarium, 2023. Marcadores, gouache, lapices de color sobre madera, 10 cm x 30 cm. Cortesía del artista.

Emiliano reconoce la transformación de sus imágenes con el paso de los años y admite que lo que empezó como un ritual escapista a temprana edad, ahora ha mutado en formas cada vez más complejas. En cualquier caso, coincidimos en que el carácter lúdico o algunos gestos propios de la infancia como la curiosidad y el ingenio son claves dentro de su proceso artístico. Platicamos sobre cómo esta libertad creadora conduce su imaginación y también le impulsa a estar en constante movimiento.

EdE: Siento la necesidad de experimentar con materiales, de crear imágenes que desafíen mis propias convenciones, de construir cierto recorrido a través del error y la destrucción. Se ha convertido en una urgencia, más que un pasatiempo. Hay cosas que sólo suceden en la práctica artística y que no ocurren en otros lados, es un tipo de diálogo-monólogo que toma forma en el momento en que descansan las preocupaciones exteriores y abrazas lo absurdo con seriedad.

Camila Izaguirre: Hay una chispa de dinamismo e inquietud con la que te he visto saltar de un soporte a otro, recuerdo que las primeras imágenes que vi de tu trabajo eran unas animaciones. Admiro mucho cómo tu obra se desplaza naturalmente del dibujo digital a la pintura, escultura o instalación.

EdE: Creo que la práctica artística se nutre de las desviaciones y los desplazamientos hacia otras cosas. Crear ciertas separaciones entre lo que una persona produce les da un respiro, les da el espacio necesario para que cada una funcione por sí misma. Es importante no abusar de cierto sentimiento que sucede en la producción de ciertas cosas, ya sea dibujar, pintar, esculpir o construir. Vale la pena viajar hacia otras conversaciones materiales. Aún así creo que tejerlas es importante, encontrar ciertos discursos y narrativas que alojen estas cosas y les den su propia lógica, más allá del razonamiento típico.

Vista de la exposición de Emiliano de Ezkauriatza, Fantasy Stagnation, 2022, PEANA. Cortesía del artista y PEANA. Fotografía por Michelle Lartigue.
Vista de la exposición de Emiliano de Ezkauriatza, Fantasy Stagnation, 2022, PEANA. Cortesía del artista y PEANA. Fotografía por Michelle Lartigue.

A propósito de esta capacidad para desplegar ideas y al mismo tiempo contenerlas en el espacio de la obra (un lugar conceptualmente complejo, físicamente pequeño), pienso en el texto curatorial Fantasy Stagnation. Fue una exposición individual de Emiliano realizada el año pasado en Galería PEANA (MTY), bajo la curaduría de Christian Camacho y Lucía Vidales. En el texto para la exposición se menciona: “la obra de Ezkauriatza revela un mundo interior cuyas fantasías, parajes y personajes se encuentran densamente articulados. Esta saturación de motivos y minuciosa atención al detalle hacen pensar en una relación particular entre la intimidad, el delirio y la exploración de nuevos mundos”.

CI: Visualizo tu trabajo como un rompecabezas narrativo, tus piezas para mí son fragmentos de distintos relatos que ocurren en el mismo viaje hacia una dimensión de maravillas. Y de ser así, me pregunto cuáles son algunas de las tramas en este conjunto de historias que se empalman, se entrecruzan y coexisten en tu obra.

EdE: Lo pienso como un mundo en el que desfila una simultaneidad casi insufrible, todo se mueve a una velocidad que destruye cualquier momento de calma. Aún así, creo que en esta esquizofrenia existe belleza, en crear atmósferas por medio de un Frankenstein de colores y lugares. Me pregunto si hay paz oculta en este caos, si hay felicidad en el fin del mundo como lo conocemos. Creo que es una historia que tiene que ver con lo posthumano, aquello que yace después de la catástrofe en que estamos. Cómo la tierra y los lugares que habitamos seguirán ahí cuando nosotros ya no, y cómo tal vez ese fantasma del espíritu humano nunca se irá completamente.

Así siguió nuestra conversación, mientras divagamos sobre cómo un cóctel muy variado de ideas, aunado a diversos referentes de la cultura visual y literaria forman parte de la inspiración durante el proceso creativo.

Emiliano de Ezkauriatza, Event horizon, 2021. Óleo sobre madera, 10 cm x 20 cm. Cortesía del artista. Fotografía por Michelle Lartigue.
Emiliano de Ezkauriatza, Event horizon, 2021. Óleo sobre madera, 10 cm x 20 cm. Cortesía del artista. Fotografía por Michelle Lartigue.

CI: Me sorprende cómo consigues reunir en un espacio tan diminuto a este grupo de seres fantásticos, lugares oníricos y abstracciones espirituales. Inevitablemente, me pregunto qué pasa por tu cabeza al momento de crear porque tus obras parecen fuera de este mundo, casi como un cuento de horror moderno o una película de ciencia ficción. Desde que te conocí y supe de tu acercamiento a la obra de Tim Burton me he preguntado qué más se encuentra en tu biblioteca de intereses, cosas que hayas estado leyendo o viendo últimamente.

EdE: Me interesa mucho la fantasía, ahora estoy leyendo el segundo libro de la serie Game of thrones, Clash of kings, de George R.R. Martin. Me parece increíble cómo un mundo tan fantástico se puede sentir tan substancial y real, cómo la literatura habla de aquello que no puede ser y lleva a la realidad humana hacia situaciones más allá de la cotidianidad. La imaginación es una puerta al placer y al horror.

Visualmente, H.R. Giger es una de las influencias más grandes que tengo hoy en día. Hay algo muy siniestro y bello en la destrucción de los límites entre la máquina y el humano. La máquina sexual y el humano-objeto, el hecho de dejar de reducir a los seres humanos a una sola cosa y aceptar su transformación a través de las prótesis que extienden su existencia hacia lugares más extraños.

Camila Izaguirre

Publicado el 20 octubre 2023