Las valencias de Oswaldo Ruiz: cura especulativa y crítica al extractivismo
por M.S. Yániz
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La memoria de la sustancia entiende a la sustancia como el grado cero de la materia y como un problema moral. Parafraseando a la vanguardia artística: la materia es sin porqués; sucede porque sucede. Es el objeto general del trabajo. El impacto de la materia –y su relación con los seres humanos– se cifra tanto por la historia como por la escala. Si una piedra, un papel o un mineral es bueno o malo depende, nos parece insinuar Oswaldo Ruiz, del tamaño. El veneno y la montaña son los tópicos liminales en los que se mueve esta exhibición. Vamos por pasos.
La muestra incluye dos proyectos. El primero, Todo lo sólido, es una investigación sobre la extracción de piedra caliza en las afueras de Monterrey. Al final del recorrido, pero en la sala que podríamos tomar como principal, se encuentra la fotografía monumental Desdoblaje (2020) montada sobre toda la pared de la galería. La pieza muestra lo que el artista llama “la escala del daño” (Ruiz, 2023). El paisaje que vemos es de un gris áspero: la ladera de la montaña pelada por el trabajo minero y sobre esta una zona residencial blanca. Todo de piedra caliza. Dicho material también se usa para construir imitaciones de antigüedades a la manera neoclásica, las cuales son puestas en fachadas o interiores. Este gesto construye una identidad desarraigada de deseo de clase y colonialismo, pues aunque es una zona cara, vista como paisaje sólo se percibe soledad.
La piedra que se extrae de las minas regresa para construir la ciudad. Me interesa apuntar que en otros contextos, como la Riviera Maya donde hasta hace unos años era Ley, lo más ecológico era construir únicamente con materiales endémicos para no alterar el ecosistema. En Monterrey, la acción no es ecológica, el artista la llama “un ciclo de daños”. Ciertamente es poco estética y aunque ahora sirva para ser poblada, sólo es un cambio de gris de mina por gris de ciudad en el que se imposibilita el crecimiento de vida vegetal. No se obtiene ningún plusvalor estético en ese movimiento y tampoco permite crecer la vida no humana.
El segundo proyecto lleva por título Materia mnémica y se realizó en Casa Gallina, en colaboración con los vecinos de Santa María la Rivera. Oswaldo Ruiz notó la presencia de farmacias homeopáticas en la colonia y el uso común entre los habitantes de estos medicamentos. A partir de la duda generalizada de si es medicina o placebo, el artista tomó la homeopatía como mecanismo poético para entablar un diálogo ¿especulativo? entre la idea de sanación, la materia, el daño y los habitantes de la colonia. Ruiz orquestó una serie de charlas, entre los asistentes más aferrados permanecieron las preguntas sobre lo que les ha ocasionado daño y lo que buscan sanar. Las respuestas fueron cosas concretas de muy variada índole como “Pulque”, “Yodo radioactivo”, “Dinero” o “Suaje de murciélago de Batman”.
Oswaldo Ruiz, Pulque, 2018. Cortesía del artista y Patricia Conde Galeria
En el proyecto destaca el principio homeopático de que lo similar se cura con lo similar, por ello, elaboraron homeopatías con aquello que los ha dañado. La idea es reducir la materia del daño a su mínimo para convertirlo en sanación, a través de disolución en medios inocuos como azúcar o leche bronca. El resultado es un despliegue poético –mediado por fotografías y un gabinete de laboratorio – en el que la especulación de los residentes y el artista se vuelve un salto de esperanza con el que transformar lo malo en bueno mediante la manipulación alquímica de los materiales. Una ética de la colaboración intangible entre memoria, fe, hechos sensibles y fotografía.
La muestra es precisa y lograda tanto en las composiciones a manera de cámara de maravillas como en las imágenes apabullantes y bellas que presenta. En el trabajo fotográfico hay un rendimiento estético, ya sea si se trata de un diente de ajo (de Materia Mnémica) o un paisaje desolado y gris (de Todo lo Sólido). Los claroscuros aíslan los objetos y los muestran cargados de historia, cada uno es el resultado de un proceso residual de tiempo y trabajo humano.
Oswaldo Ruiz, Materia mnémica , 2018. Cortesía del artista y Patricia Conde Galería
Cierto ímpetu iluminista del artista resuelve piezas de ambas muestras como gabinetes taxonómicos. En Materia Mnémica la pieza que lleva el mismo nombre es el escritorio que presenta el laboratorio creativo de las homeopatías. Sobre este hay una pequeña vitrina con 24 aparadores y sobre cada uno (salvo el último espacio, dejando así la investigación abierta) está la homeopatía resultante con el nombre de la materia introducida. En Todo lo sólido se disponen 20 fotografías en un panel cuadriculado al igual que en la vitrina. Me interesa como en el formato expositivo de la cuadrícula o panel se cruza lo micro con lo macro. Descontextualizados en su marco prístino parece que sólo se habla de la memoria de la sustancia, pero la vitrina expone una cura especulativa y el panel de fotos expone una crítica social de ostentación y extractivismo. La valencia entre una y otra es la escala de la sustancia en relación al ser humano. Así lo micro se toma como cura y lo macro como dañino: la percepción de la sustancia está en relación a la escala antropomórfica.
Oswaldo Ruiz, Serie 'Todo lo sólido', 2020, impresiones en gelatina de plata, 27 x 21 cm, ed. 2/10. Cortesía del artista y Patricia Conde Galería
La producción de exhibiciones como La materia de la sustancia suelen dejarme atónito. Me hacen creer que el arte es un mundo diferente del mundo real. Sin sus imperfecciones y casualidades, es un mundo que sucede mientras uno recorre las distintas salas y se deja afectar por las sensaciones que se propician. Pienso que la fotografía es la condición de posibilidad del arte conceptual y el medio por el que la globalización tiene lugar. Es por la foto que nos enteramos de acciones efímeras y del resto del mundo de forma inmediata. Por ese privilegio, propio del medio, es que la muestra de Oswaldo Ruiz tiene una carga más que estética.
El dispositivo fotográfico con el que Oswaldo Ruiz trabaja permite evidenciar las operaciones capitalistas como un desplazamiento de materiales al tiempo que de imágenes y deseos. La memoria de la sustancia no es una poética, sino un señalamiento ético de la escala de los materiales en la vida práctica dentro del capitalismo. El neoclasicismo que retrata los accesorios de piedra caliza rozan la perfección de su montaje, que conjuga objetos reales y fotográficos. La cantidad de sustancia geolocalizada se desprende como deseo artístico y la solución es narrar un diálogo antropocéntrico del arte como cura y de la escala como propaganda ecológica.