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Forma y (ab)uso del mar: Octavio Gómez Rivero en Unión

Reseña

Forma y (ab)uso del mar: Octavio Gómez Rivero en Unión

por M.S. Yániz

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Tiempo de lectura

4 min

Para Octavio, quién sino

Lo primero que sentí al acercarme a Lengua Vítrea fue una desorientación visual prístina. Conocí al artista hace años bajo un régimen de signos y enunciados alrededor de lo tropical, el exceso y lo inagotable de los conceptos. Color, fuerza y calor son las sensaciones con las que asocio la obra de Gómez Rivero y quizá a él.

Entrar a Unión fue replantear mis ideas sobre lo visible, el cuerpo, la catástrofe y el sujeto que sostiene y produce imágenes. Habría que comenzar diciendo que la exhibición es casi invisible y se sujeta por la diferencia entre lo que se puede tocar y mirar: el espacio del viento y la impostura del agua como territorio sin medida. Para poder ver Lengua Vítrea te tienes que ver a ti mismo primero. La puerta y fachada de la galería Unión se cambiaron por espejos. Dejar tu imagen en la superficie. Se comienza por el argumento de que quien ve arte, construye imágenes y descifra el mundo es en principio el sujeto moderno autorreflexivo. El mismo que habrá de engullir el territorio. Respirar frente al sí mismo antes de sumergirte.

Una vez que atraviesas el espejo entras a un pensamiento sobre el paisaje. Octavio viene de Zihuatanejo y vivió de cerca los movimientos de desterritorialización del capital devorando la naturaleza y las formas de vida locales en pro del blanqueamiento hotelero del espacio social y afectivo del mar y su circunstancia.

Vista de la exposición de Octavio Gómez Rivero, Lengua Vítrea, Unión, 2023. Foto: Ramiro Chaves. Cortesía de Unión.
Vista de la exposición de Octavio Gómez Rivero, Lengua Vítrea, Unión, 2023. Foto: Ramiro Chaves. Cortesía de Unión.

Este despojo es una lucha sobre la visualidad. ¿A quién y bajo qué argumentos dejamos aparecer en el paisaje maravilloso de las vacaciones tropicales? La lógica global es imponer un régimen específico de afectos para con el capital. El cataclismo de la particularidad.

Se experimenta la muestra, curada por Gaby Cepeda, de forma envolvente. En las paredes de la galería hay momentos del paisaje tropical materializados en barniz transparente e hipersensibilizados para el tacto, pero sin textura. Son ¿cuadros? que se constituyen por la tensión superficial entre las formas, la materia y el espacio. Un punto de individuación donde cristaliza la idea de principio (Cézanne: retícula, formas) y fin (Ballard: mundo sumergido: final sostenido) de la imagen: el mundo: lo existente.

Vista de la exposición de Octavio Gómez Rivero, Lengua Vítrea, Unión, 2023. Foto: Ramiro Chaves. Cortesía de Unión.
Vista de la exposición de Octavio Gómez Rivero, Lengua Vítrea, Unión, 2023. Foto: Ramiro Chaves. Cortesía de Unión.

En la planta de la galería están dispuestas una serie de esculturas cristalinas. Superficies estriadas con instantes de albercas, circuitos de agua y quizá condones. Una semántica del control biopolítico de los fluidos. Ellas son las posibilidades materiales de lo líquido, del deseo inconmensurable y su contención visual. Detrás de la sala principal, pero rodeando toda la galería de sonido, hay un video donde se relata infancia, fantasía y peligro desde la confesión de una forma de vida territorial.

La piscina brota de un abismo. Del deseo hetero por separar –¡gobernar! – lo exterior: el paisaje, el mar, para el resguardo violento de lo doméstico. Una alucinación y una traición heredada de los grandes hombres de antaño para quienes se va a la mar y se desprecia la tierra firme, convencidos de que tan sólo en todo lo que carece de tierra reside la más alta verdad –ese algo sin costa e indefinido como Dios. Poseemos la piscina como fantasía y anhelo.

Hay muestras de arte que cierran procesos y tiempos de vida. Otras, como Lengua Vítrea, los abren. Se podría decir que Gómez Rivero llegó a la pintura leyendo y pensando desde el cuerpo y los relatos. El exceso filosófico desencadenó en una confrontación entre la materialidad del mundo y el arte: la pintura. El cuadro se presenta como el índice material de la separación sostenida de historia y formas del mundo. Diagramar como melancolía y futuro de las figuras de infancia, de deseo, de tiempo, de pensamiento y de lugar.

Vista de la exposición de Octavio Gómez Rivero, Lengua Vítrea, Unión, 2023. Foto: Ramiro Chaves. Cortesía de Unión.
Vista de la exposición de Octavio Gómez Rivero, Lengua Vítrea, Unión, 2023. Foto: Ramiro Chaves. Cortesía de Unión.

El diagrama es esta zona de limpieza que hace catástrofes sobre el cuadro. Es decir, que borra todos los clichés previos, aunque sean virtuales. Arrastra todo hacia una catástrofe. Ya dentro de la hecatombe, los movimientos comienzan a surgir como aberraciones en la materia que se resuelven en arte. Lengua Vítrea es un comienzo donde se borra la distinción entre poema y política. Lo estético brota anulando su función visual y la confronta como un enunciado sensible del pensamiento. Una estética cuyo objeto es sin medida pues se desprende de los movimientos relativos y absolutos de mundos pasados y futuros: el cuerpo particular y las ficciones regulativas que constituyen y gobiernan. Esa parece ser la experiencia inaudita a la que Gómez Rivero nos ha dispuesto.

Lengua Vítrea puede visitarse hasta el 25 de marzo. Visitas previa cita.

M.S. Yániz

Publicado el 3 marzo 2023