Toma mi mano. Da un paso hacia adentro con los ojos cerrados. Desliza tus dedos por la escultura solo vista por el cuerpo, su forma y aroma es el lugar que habitas ahora. Caminemos juntos hacia los caminos invisibles. Miremos, entre parpadeos apenas, una exposición en un museo cerrado. Encontremos, desde la quietud del cuerpo que lee, que es también la quietud de la espera, los caminos trazados por Lina Bo Bardi para recorrer la casa, el cuerpo, el museo y el territorio.
La exposición Lina Bo Bardi: Habitat, presentada en el Museo Jumex, abre ventanas a un territorio distante entre las líneas de los dibujos de paisajes construidos, en los cuales germinan entornos imaginados para la reconstrucción de un mundo devastado. La retrospectiva, curada por Julieta González, José Esparza Chong Cuy y Tomás Toledo, conjuga los dibujos de conceptualización arquitectónica de Lina Bo Bardi con su trabajo como editora y escritora de la revista Habitat para ofrecer un panorama de su visión revivificante, lúdica, crítica y sintética sobre la potencia del arte en la sociedad brasileña moderna.
Vista de la exposición, Lina Bo Bardi: Habitat, Museo Jumex, 2020. Fotografía: Ramiro Chaves
Más allá de una arquitectura enfocada en el despliegue material de un concepto espacial, la obra de Lina Bo Bardi apunta a la experiencia de nuestro habitar, a la conversación entre la casa y el cuerpo en la que aparecen los lugares de nuestro espejismo y las huellas de las transformaciones mutuas. Una arquitectura siempre en diálogo con la naturaleza, que ‘quisiera tener los pies llenos de tierra’(*) a la espera de sus habitantes. La arquitectura de Lina abraza a los cuerpos como un teatro a sus actores, como un territorio a sus habitantes.
En la exposición, las personas rodean los dibujos y collages que acompañaron a su arquitectura. En los dibujos de Bo Bardi hay un ir y venir entre la tinta y el color, entre la rápida condensación de un boceto y el detenimiento del despliegue de la visión total de un proyecto. Sus dibujos juegan con los límites de la gráfica arquitectónica. En medio del espacio abstracto, de la composición de volúmenes y alturas, aparece un lugar habitable dentro del espacio de la página.
Las lisas superficies de concreto, las vistas aéreas y los cortes transversales de las estructuras se tiñen también de los diferentes matices de lo vivo. Se mezclan los colores, aparecen las plantas, las vigas, las personas, el arte, los niños, los animales, el vidrio. Las escenas dibujadas alrededor de su arquitectura se despliegan como un presagio gráfico de la vida en sus edificios.
Esculturas para el encuentro
Lina Bo Bardi, Estudio preliminar – Esculturas practicables para el Belvedere del
Museu Arte Trianon, 1968. Colección Museu de Arte de São Paulo (MASP) - Donación, Instituto Lina Bo y P.M. Bardi, 2006, Fotografía: MASP
¿Cómo se despliega una arquitectura de la libertad?, ¿qué encuentros se suscitan en una arquitectura que abraza al territorio?, ¿qué se transforma con el gesto de nuestra presencia?
Alejada de un ejercicio arquitectónico retiniano, el trabajo de Lina Bo Bardi abre preguntas sobre cómo cultivar nuevas poéticas personales sobre el cuerpo, el paisaje y el territorio. Atestiguamos una mirada sobre el espacio construido que entreteje el suelo, el clima, el ambiente y la vida (*2), que explora y esculpe territorios en donde el acto de habitar es nuestra relación con el mundo.(*3) En el quieto recorrido de los rincones de cada mapa encontramos una forma de regresar a casa, de encontrar dentro de ella algo que falta. La arquitectura que le habla al cuerpo es habitada siempre desde la experiencia del presente.
En el proyecto del MASP, Museo de Arte de São Paulo, finalizado en 1947, se desdobla una gramática que acompaña su pensamiento arquitectónico. Delgados pares de vigas de acero suspenden un cuerpo de concreto y vidrio. El concreto, que Lina trataba como a un material vivo (*4), se despliega sobre la plaza en la que gravita; en sus dibujos, se tiñe de vegetación.
Lina Bo Bardi, Museu de Arte de São Paulo – Perspectiva indicando ocupación del Belvedere con esculturas, 1957-1968. Colección Instituto Bardi / Casa de Vidro, São Paulo. Fotografía: Henrique Luz
El MASP es también un espacio con forma de ventana, sus interiores se orientan hacia afuera. El cuerpo de concreto, con la trasparencia del vidrio flotante, se abre en una especie de hospitalidad para ser un intermedio entre el paisaje y el museo, el arte y el territorio.
Los caballetes de cristal diseñados por Bo Bardi sostienen, suspendidas, a las obras de la colección pictórica del MASP, en un juego de transparencias y superposiciones. Dentro de un espacio de ventanales continuos, las obras detenidas por el vidrio parecen existir sin arquitectura, flotando dentro del territorio, vinculadas así, innegablemente, a su espacio y a su presente.
En la plaza del MASP, Lina buscaba crear una atmósfera donde “el pueblo fuera allí a ver exposiciones al aire libre, a discutir, a escuchar música, a ver películas. Me gustaría que los niños fueran a jugar en el sol de la mañana y de la tarde. Y hasta me gustaría que fuera un lugar abierto a los conciertos”(*5). El balance entre sutileza y monumentalidad, entre apertura y funcionalidad, articula un lugar para que broten habitares y afectos colectivos dentro de este espacio esculpido como una negación del protagonismo, una arquitectura de la experiencia. En palabras de Lina, “el museo era una nada, una búsqueda de la libertad, la eliminación de los obstáculos, la capacidad de ser libre ante las cosas”.
La casa cuerpo
Vista de la exposición, Lina Bo Bardi: Habitat, Museo Jumex, 2020. Fotografía: Ramiro Chaves
¿Qué está primero, la casa o el museo?(*6), ¿son todas las arquitecturas en el fondo una casa?, ¿cómo es una arquitectura en armonía con la naturaleza?
El cuerpo, como un cometa atado a la tierra, dibuja la forma de una casa con su cuerda. Unidas a la tierra, las personas trazamos un mapa adentro del territorio. Cada construcción aparece como un paisaje habitable, un enmarcaje de la tierra configurado para nuestro cuerpo. En el quieto recorrido de los rincones de ese mapa encontramos una forma de regresar a casa, de encontrar dentro de ella algo que falta: el territorio en su intimidad y su grandeza.
La Casa de Vidrio, la propia residencia de Bo Bardi en Sao Paulo finalizada en 1951, despliega el pensamiento de Lina sobre la vivienda vinculada en armonía con la tierra. Sobre sutiles pilotes de acero, que emergen de una colina, descansa un cuerpo de concreto que se abre, intermitente, en la transparencia de las ventanas continuas que lo rodean.
La casa es un territorio esculpido para la intimidad, un cuerpo que le da forma a nuestros cuerpos y posibilita un cierto habitar. Para Lina, esta casa es “un intento de comunión entre la naturaleza y el orden natural de las cosas: opone a los elementos naturales el menor número de medios de defensa y procura respetar ese orden natural con claridad y no ser nunca una casa cerrada que huye de la tempestad y de la lluvia, temerosa de los demás seres humanos […]”
Video de Archdaily que permite una visión inmersiva de los espacios de la Casa de Vidrio.
La Casa de Vidrio de Bo Bardi mantiene un vínculo profundo con el territorio, donde nuestro mundo íntimo y el afuera se abrazan. Al momento de su construcción, sus amplias ventanas ofrecían una vista panorámica de las colinas y el horizonte como un observatorio del territorio y su amplitud, anclado en el entonces suburbio de São Paulo. La Casa de Vidrio ahora, envuelta por la vegetación, es un observatorio del territorio en su cercanía: la vida se despliega alrededor de su arquitectura. Una casa que se desdobla como un instrumento para afrontar y atestiguar el cosmos, (*8) para habitar desde nuestra intimidad sus transformaciones.
El trabajo de Lina Bo Bardi, evocado en esta exposición retrospectiva, nos ofrece una mirada a una imaginación renovadora y radicalmente anclada en la comprensión del momento presente. Su arquitectura, nacida en la destrucción y las ruinas de su Italia natal, nos llama entender el pasado como presente histórico que sigue vivo, un presente que ayuda a evitar las muchas trampas.(*9)
Como esculturas que habitan el territorio, sus obras dejan caminos trazados entre la experiencia, la arquitectura, la armonía, la poesía y la potencia expansiva del encuentro entre nosotros. Desde la geografía de una arquitectura transparente nos preguntan: ¿qué formas de habitar reconstruirían el territorio?
Lina Bo Bardi, 1978. Fotografía: Bob Wolfenson
Visita guiada de la exposición Lina Bo Bardi: Habitat, Museo Jumex 2020 aquí
*1: Aline Hernández. “Quisiera tener los pies llenos de tierra” en Brújula y puerto, prácticas imaginativas, territorios en disputa. Ciudad de México: Cooperativa Cráter Invertido, 2016. p. 13.
*2: Lina Bo Bardi. “ Arquitectura y naturaleza: la casa en el paisaje” en Lina Bo Bardi por escrito. Ciudad de México: Alias, 2019. p 53
*3: Juhani Pallasma, Habitar. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2016. p. 7
*4: Cindy Peña. “Teoría, experiencia, práctica: Los modelos pedagógicos de Lina Bo Bardi” en Cuadernillo Lina Bo Bardi: Habitat. Ciudad de México: Museo Jumex, 2020. p. 36
*5: Lina Bo Bardi. “El nuevo Trianon, 1957-1967” en Lina Bo Bardi por escrito. Ciudad de México: Alias, 2019. p 165
*6: Lina Bo Bardi. “¿Casas o museos?” en Lina Bo Bardi por escrito. Ciudad de México: Alias, 2019. p 114
*7: Lina Bo Bardi. “Residencia en el Morumbi” en Lina Bo Bardi por escrito. Ciudad de México: Alias, 2019. p 93
*8: Gaston Bachelard citado por Juhani Pallasma, Habitar. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2016. p. 90
*9: Lina Bo Bardi. “Una clase de arquitectura” en Lina Bo Bardi por escrito. Ciudad de México: Alias, 2019. p 212