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Entrevista con Beatriz Sokol (o Rompeolas)

Entrevista

Entrevista con Beatriz Sokol (o Rompeolas)

por Sofía Ortiz

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6 min

Cuando vi a Beatriz en un café en la Juárez, hace doce enormes días, lo primero que hicimos fue saludarnos y luego sentirnos inseguras por haberlo hecho. Me lavé las manos tres veces en hora y media que estuvimos sentadas. En total, hubo cuatro referencias a la amenaza incipiente. Ahora escucho la grabación y siento una pequeña descarga eléctrica al recordar que en épocas a.p. —antes de la pandemia— acababa de pasar algo monumental: la marcha del 8 de marzo. Beatriz estuvo tomando fotos ahí, desde la fuente que está donde termina Reforma.

Le pregunto si tomar fotos documentales la saca del “momento”.

Beatriz Sokol — Estaba tomando fotos para mí. Me cuesta mucho trabajo ir a esos lugares y no llevar la cámara. Fui de observadora a propósito, no con una consigna, sino para ver otros discursos.

Ella se ve a sí misma ver. Aunque el referirse a sí mismo es un gesto propio de cualquier medio artístico, el observarse observando es particularmente notorio en el trabajo de Beatriz. Por un lado, la cámara refuerza el acto de ver —hacer click es tomar una decisión sobre qué enfocas y qué dejas fuera—, una foto es una postura ante la realidad. Por el otro, Beatriz parece estar comprometida con escarbarse a sí misma, quizá sufriendo, quizá gozando, desde una autoconciencia aguda. A lo largo de nuestra conversación, me saltan varios momentos donde me la imagino como una proyección astral viendo su cuerpo desde afuera.

Beatriz Sokol
Beatriz Sokol

Beatriz Sokol
Beatriz Sokol

Ahora, y durante el último año, trabaja en un fotolibro. “Se llama Sucia”, me dice. El fotolibro nace de un texto que ella escribió sobre su formación sexual: un revisionismo autobiográfico, mismo que muchas hemos hecho a partir del #metoo. En él combina fotos que olerían, de ser posible, a chicles, a sudor y a hule. Beatriz lleva un rato trabajando con el tema de la sexualidad. Le pregunto por qué y me doy cuenta de que la respuesta lleva años formándose, como pasa siempre con los temas que nos atrapan.

B.S. — La sexualidad había sido un tema difícil en mi vida. Admiraba mucho a la gente que tenía una especie de libertad con su sexualidad… que se sentía más libre que yo. Decidí buscar a este tipo de personas para que me dejaran retratarlas en su intimidad. Quería también derribar prejuicios, incluyendo los míos, y acercarme a otras formas de ver la sexualidad. Si nos la enseñaran de otra forma, ciertas violencias no existirían.

Beatriz Sokol
Beatriz Sokol

En esta búsqueda, Beatriz fotografió gente en el baño, masturbándose, cogiendo. Conoció a trabajadoras sexuales y a influencers digitales. Se acercó a rituales de cuidado ajenos. Accedió a recámaras privadas, cuartos de hotel e, inclusive, a un ritual ecosexual en los Dinamos.

B.S. — En ese momento (esto pasó hace unos tres años) no entendía qué era lo que quería decir y obviamente mis fotos hablaban de mi miedo. Al principio, me quedaba sacando fotos en las esquinas, luego me fui acercando más. Les decía, ustedes díganme qué quieren hacer y yo me acoplo. No tenía control de nada, pero resultaba que mis fotos no me gustaban. Tenía una falsa idea de que, al estar haciendo foto documental, no la podía intervenir.

En este momento Beatriz se sobresalta y comienza a hablar de género, rápida y efusivamente. Al principio pienso que se refiere al género construido estilo Judith Butler, pero me doy cuenta de que habla sobre los géneros de la foto: fotoperiodismo, foto de moda, foto documental. ¡Ajá! Aquí las dos tenemos mucho que decir. De cómo las categorías son comprensibles pero culeras. “Tienes que tener donde pararte, aunque también tienes que entender que te puedes mover”, me dice. Platicamos sobre cómo evitar sentirse enclaustrada por un estilo, de las barreras que nos imponemos al delimitarnos como tal o cual. No por nada Dios le deja a Adán la tarea de nombrar a los animales.

Beatriz Sokol
Beatriz Sokol

Beatriz Sokol
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Beatriz comenzó su carrera queriendo ser periodista. Sin embargo, como nos ha pasado a muchas, se topó con un profe pendejo en un momento vulnerable (léase: joven) que la hizo creer que no servía para escribir. Comenzó a trabajar en producción de cine, pero la cultura del set no le permitía un mundo más allá del llamado. “Me di cuenta de que para mí era la foto”. Terminó en foto de moda, con la cual mantiene una relación it’s complicated hasta hoy.

B.S. — La foto de moda pide la perfección porque al final estás vendiendo algo, una exageración de la realidad. Me empecé a viciar, buscaba la perfección inclusive en las fotos que salía a buscar al mundo, aunque eso también me ayudó mucho a construir mi conocimiento sobre la foto y la técnica.

Beatriz Sokol
Beatriz Sokol

Me cuenta del momento que detona el fotolibro. En el marco de un taller tuvo que escribir su primer recuerdo y decidió escribir su primer recuerdo sexual, como Eva cayendo en cuenta de su propia desnudez. Era niña, estaba en la tina, su abuela la bañaba mientras le contaba cuentos de matrimonios monárquicos con finales felices. La envolvía en una toalla y la cargaba cual novia: “me di cuenta de que me sentía incómoda...”. Una niña desnuda en los brazos de su abuela príncipe. “Escribí un texto muy poderoso que se convirtió en el esqueleto del proyecto”.

Beatriz Sokol
Beatriz Sokol

Me enseña las fotos en su compu. En su mayoría, son fotos cuidadosamente controladas que toman mucho de su trabajo en moda. Algunas son documentales, vestigios de trabajos anteriores. Otras, escenas claramente construidas: amigas que se ponen listas para un close-up cubiertas con crinolinas y líquidos viscosos.

B.S. — ¿Dónde está el género de estas fotos? Cuando dejé de pensar en el género empecé a crear algo más libre.

Le pregunto, ¿por qué las haces tan bonitas? Cabe decir, las fotos son lindas: sin sombras, en paletas ¡Pop! y lisas, como los juguetes en los 90.

B.S. — Quiero que contrasten con el texto que escribí. Mis recuerdos son estéticamente bonitos, pero en el fondo hay algo que dice que esta imagen no es bonita aunque esté vestida de rosa… y pues las fotos son eso, pegajosas, lindas, incómodas. Son sensaciones evocadas por los recuerdos, más que una representación literal.

Beatriz Sokol
Beatriz Sokol

Beatriz Sokol
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Apago la grabación y todavía nos quedamos platicando un poco más. Noto a Beatriz incómoda y le pregunto qué pasa. No sabe bien qué onda, pero creo que las dos nos sentimos igual: abiertas a la ansiedad general en el ambiente, como ostras filtrado microplásticos en el mar. Falta un rato más para que salga el libro, me dice. Nos despedimos con la promesa de vernos del otro lado.

Beatriz Sokol
Sofía Ortiz

Publicado el 2 abril 2020