Entre los espejismos de la sombra se asoma la luz. Jimena Schlaepfer y Christian Camacho
por Ana Torres Valle Pons
Versus nº5 en Arróniz
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El encuentro cara a cara entre las obras de Jimena Schlaepfer y Christian Camacho que componen la exposición Versus 5.0 en la galería Arróniz es como un apretón de manos entre búsquedas artísticas paralelas. En sus distancias e intersecciones las obras ofrecen una respuesta singular a las relaciones entre la conciencia, la percepción, el tiempo, lo natural y lo humano. Como si se tratara de un sistema de reorientación propio y preciso, el lenguaje visual acuñado por los artistas revela una flexibilización de sus medios hasta lograr una especie de quietud y claridad armónica. Se intuye que las piezas son la cristalización de una contemplación profunda, de zambullidas hacia lugares de la conciencia que no son propiamente nombrables.
En el amalgamamiento de la textura del papel y del color líquido de Schlaepfer y en la manipulación intrincada de la pintura de Camacho se desenvuelven dos poesías de gestos mínimos y repetición que generan imágenes vibrantes y a la vez silenciosas. Por un lado, Schlaepfer hace un uso escultórico del papel que tergiversa su materialidad para reconstruirla como textil. Los entrelazamientos de tiras de papel teñido crean una serie de secuencias geométricas y rítmicas con una cualidad gráfica oscilante. Cerca del centro de cada pieza, una sección cuadrada de papel con un dibujo a tinta china se sobrepone al tejido como un fragmento de quietud interrogante.
Por otro lado, en los mosaicos pictóricos de Camacho hay una bidimensionalidad que se revela profunda e iridiscente. Paradójicamente, la mecanicidad en esta fragmentación pictórica hace protagonistas a los gestos en las pinceladas y a las variaciones sutiles del color en una obra donde no se niega la mano que la crea. En cada una de las piezas hay una forma de entramado y configuración cromática que parece irradiar sus propios climas y leyes lumínicas en una atmósfera visual distintiva.
Convertirse en murciélago
Hablar sobre el misterio tiene dentro de sí la imposibilidad de buscar estabilizar aquello que se resiste a ser dicho y abarcado por cualquier lenguaje. La aparición caprichosa de lo misterioso a vista de lo común quizás solo pueda venir de un delicado ejercicio de delimitación del espacio como puerta a la inmensidad. En las obras de Jimena Schlaepfer y Christian Camacho parece que estos espacios se sostienen a través de acertijos, en imágenes que nos aclaran que lo que nos es familiar en lo visible tiene en su centro un enigma. Hay algo que se mantiene indefinido en el deshilachado de las piezas de Schlaepfer, como una trama que podría continuarse o extenderse. Algo en las piezas de Camacho que genera intriga sobre las imágenes que se revelan a sí mismas como tales.
En La versión del murciélago de Camacho, nuestra mirada se enfrenta a una cualidad inestable que parece invitarnos a mirar de otra manera. En un ambiente nocturno con teselas que crean una penumbra lunar, un murciélago invertido está envuelto en su propio reposo. Sus ojos cerrados parecen una invitación a amainar la confianza en la solidez diurna de nuestro mundo, tentándonos a preguntar por la percepción no humana que no nos devuelve la mirada. El ejercicio de tergiversar nuestra mirada frente a la presencia sumergida en una oscuridad resplandeciente abre la pregunta sobre la percepción y las capas del mundo inaccesibles para nuestra sensibilidad. En el último de los casos, atrevernos a convertirnos en murciélago como un traslado onírico sería ser en la oscuridad, ver en ella sus formas sonoras e invertirnos sobre las tinieblas nacaradas.
Sin descanso, 2021. Christian Camacho. Óleo sobre tela. Foto: Julio Bohórquez. Cortesía del artista
En Sin descanso, de Camacho, hay un revés sobre la representación ciega del murciélago. Desde una práctica pictórica que se adivina nutrida por una observación de la noche, la quietud y la solitud, se nos presenta una imagen con una presencia rotunda como un relámpago. Un par de ojos sin cuerpo nos miran sin censura, produciéndonos la sensación de ser atravesados por ellos. Su corporalidad está disuelta o velada por un campo dinámico cerúleo que tampoco revela exactamente su naturaleza, podemos leerlo como una cortina de lluvia nocturna, como la profundidad del agua y el resplandor de su superficie, como un reflejo de nuestros propios ojos o como una superficie celeste y lejana. A pesar de la familiaridad de su forma, los ojos áureos crean una impresión de un vistazo a algo no completamente humano o animal que se acerca al límite de lo reconocible.
En la obra De la serie mensajes de Arecibo. Dimensión desconocida, de Jimena Schlaepfer, se acentúan estos espejismos para albergar la lejanía y lo misterioso. Tal vez el título de la serie haga alusión al radio telescopio en Arecibo, Puerto Rico, donde se desarrolla la historia de Contacto. El libro escrito por Ann Druyan y Carl Sagan relata la recepción de mensajes alienígenas encriptados y enviados a la tierra desde la cercana estrella Vega, así como el papel de su descubridora, la Dra. Eleanor Arroway, quien los interpreta.
De la serie mensajes de Arecibo. Dimensión desconocida, 2020. Jimena Schlaepfer. Tejido de papel y dibujo con tinta china. Foto: Julio Bohórquez. Cortesía de la artista
Esta tentativa alusión a una comunicación encriptada se complementa con la relación que hay entre el textil y la escritura. En las tradiciones de las naciones indígenas, de donde indudablemente Schlaepfer nutre su práctica, el textil es una forma de escritura donde las proporciones, patrones, secuencias rítmicas y geometrías establecen un código subyacente ilegible para nuestros ojos, entrenados a la voz única de las letras. En el centro de La dimensión desconocida hay un segmentado de papel no tejido y completamente negro; la concentración abstracta del color niega la figuración de una forma monolítica. Pareciera que entre el tejido geométrico y este fragmento negro hay una revelación sobre lo subyacente en la oscuridad del cosmos.
Enfrentarse al trabajo de Schlaepfer y Camacho es encontrar imágenes que se desenvuelven en una duración prolongada como acertijos sobre las formas caprichosas de nuestra percepción. En las obras de Versus 5.0 somos tentados a rastrear los caminos de dos búsquedas artísticas meditativas que exploran el conocimiento que habita en las sombras.