Una curaduría de Lorena Peña Brito en el Museo Cabañas
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Enterrar los pies en el paisaje es la primera colaboración entre el Museo Cabañas y la Fundación KADIST. La responsable de llevarla a buen puerto es la curadora Lorena Peña Brito. Al revisar la Colección del Museo Cabañas, Lorena encontró dos dibujos en tinta de José Clemente Orozco, comisionados para ilustrar la novela La Perla de John Steinbeck, publicada en 1947. Estas ilustraciones fueron el punto de partida para seleccionar las piezas que conforman la exposición: tres del Acervo del Pueblo de Jalisco, tres del Archivo Gabriel Figueroa, nueve de artistas locales, así como once videos y una fotografía de la Colección KADIST. El proyecto proporciona una dársena con varios puntos de amarre para ambas colecciones.
La propuesta está pensada en dos partes, la primera que se acaba de inaugurar y la segunda que abrirá en enero del año próximo, agregando piezas nuevas y modificando la organización ya existente.
Por ahora tenemos contacto con tres voces que articulan ciertos conflictos: la que surge de la colaboración entre Orozco y Steinbeck, la femenina inspirada en “Juana”, protagonista de La Perla, y la perspectiva de la infancia, quizá la más complicada de abordar.
Además de estas voces, la selección gira en torno a los conflictos que plantea el libro, los cuales continúan vigentes hasta este momento: una historia desde la mirada de un autor extranjero –que se acerca tanto como puede a los fenómenos sociales de la provincia costera de México en esa época–, la explotación tanto laboral como del medio ambiente, así como la violencia que se gesta en zonas de turismo e intercambio de bienes.
El trabajo que da cuerpo a esta exposición es de lxs artistxs Raúl Anguiano, Ramiro Ávila, Guy Ben-Ner, Guillermo Chávez Vega, Elena Damiani, Edith Dekyndt, Gabriel Figueroa, Florencia Guillén, Kiyo Gutiérrez, Binelde Hyrcan, Karrabing Film Collective, Natalia Lasalle-Morillo, Charles Lim, José Clemente Orozco, Fernando Palomar, Thao Nguyen Phan, Daniela Ramírez, Enrique Ramírez, Alicia Smith, Sriwhana Spong, Chanell Stone y Ana Vaz. Y las fechas de las piezas van de 1942 a 2020.
Lorena es curadora, escritora y gestora cultural. Y, aunque asentada desde hace muchos años en Guadalajara, “La perla de Occidente”, creció en San José del Cabo, Baja California Sur. Este año, en su cuenta de Instagram, algunos de sus registros en fotografía y video mostraban la costa de San José en blanco y negro. Después supe que desde ahí “enterró los pies en el paisaje”.
Las tres salas que conforman la muestra se encuentran alrededor de uno de los patios del Cabañas, por esta razón, para ir de una a otra es necesario entrar y salir, intercalando el sol exterior con la oscuridad de las salas. Distintas temperaturas y densidades; agua y arena.
Vista de Enterrar los pies en el paisaje en Museo Cabañas, 2021
En la primera se encuentran, sobre una base flotante, una copia del libro de Steinbeck y dos impresiones de los dibujos de José Clemente Orozco. En los muros hay tres fotografías de la película de Gabriel Figueroa y dos dibujos originales de Orozco. En una pantalla pequeña incrustada en el muro se reproduce un fragmento titulado “Crestomatía”, término que se utiliza meramente para resolver el fair use de la pieza, pero que hace pensar, de forma curiosa y desde otros lugares, la práctica pedagógica y de gestión de la curadora. Esta es la sala más pequeña, blanca y luminosa; una perla hallada en el paisaje.
Al entrar a la segunda sala disminuye la luz; un espacio mucho más grande y en penumbra nos remite a un ecosistema submarino. Las piezas que viven en el fondo aparecen en los muros.
Vista de Enterrar los pies en el paisaje en Museo Cabañas, 2021
Una perla verde emerge de un pliegue diminuto, la descubre un spot de luz. Un video en donde dos manos sostienen un papel debajo del agua; el sol revela el movimiento salino sobre él, mostrando trazos: dibujos sin lápiz. En el centro de la sala, una gran chalupa roja, no se sabe si en estado de atraco o naufragio. En los muros, dos pinturas de playas. Un video y dos fotografías de mujeres cuyos cuerpos enmarcan un territorio. Una de ellas, no sólo lo enmarca, sino que nos lo descubre, plantándose en medio de una jardinera de algún ambiente urbano. Lo proclama como parte de su cuerpo. Finalmente, un video y una banca para sentarse a observar: la cámara explora el paisaje de una infraestructura subterránea petrolera y acompaña a un hombre navegando. El sonido de esta pieza, al ser el único en la exhibición, potencializa el ambiente, llenándolo de resonancias fluidodinámicas.
Chanell Stone, In Search of a Certain Eden (En busca de un cierto edén), 2019 (detalle). Cortesía de la artista, Colección KADIST.
Hay que cruzar el patio soleado todavía con la ropa húmeda para entrar en la tercera sala, que es mucho más pequeña. Luz cálida y tenue, como estar a la orilla del mar con los pies en el agua.
Primero dos pinturas, una con una strelitzia y otra con una heliconia, flechas negras marcando esquemas de movimiento que corresponden a pasos de baile de salsa trazados sobre las flores. Al lado, dos paneles colgantes, uno a modo de gobelino y otro a modo de cortina de cuentas hecha con caracoles. Al fondo, una proyección que cubre todo el muro. En ella, cuatro niños sentados en hoyos que hicieron en la arena simulan la organización del transporte público. Uno maneja el camión imaginario de frente al mar, los pasajeros bromean sobre sus limitaciones y aspiraciones económicas. Este video, a diferencia de otros en la exhibición, se percibe como un registro de algo que parece ocurrir con frecuencia de manera espontánea.
Hay que sacar los pies del agua y caminar por el patio de nuevo para entrar a la cuarta y última sala, que ya no tiene agua, sólo arena y calor tropical.
Daniela Ramírez, Tierra, selva, sol y viento I, 2021. Cortesía de la artista.Florencia Guillén, Figura femenina en lucha en el levantamiento de Bellavista. (Inspirado en mural histórico de José Luis Soto González), 2021. Cortesía de la artista.
En algún punto, entre la línea de oleaje y el pueblo más cercano, encontramos una serie de acuarelas que muestra ilustraciones de un pueblo fantasma. A la derecha, una última proyección a dos canales en la que un grupo de niños duerme, juega y trabaja en lo que también se siente como un pueblo fantasma. Los pequeños actores, con sus uniformes, interpretan el único libro al que tienen acceso en su comunidad, dentro de una escuela rural y en medio de bellos paisajes naturales.
La presencia del “niño” en las piezas de esta exposición juega un papel conector, crucial para acoplar a quien los observa. En la experiencia de unión del niño con la naturaleza, el autor registra su propia imposibilidad de vínculo. Nosotros como espectadores, presenciamos a ambos. Cada domingo en el Cine del Museo Cabañas a las 12:00 pm se proyectan dos videos adicionales. Uno de ellos, sobre el incauto adoctrinamiento de un niño salvaje.
Al salir de la última sala, tras un balance natural de densidades, el cuerpo termina por calcular la diferencia de presión y, sin remedio, desentierra los pies del paisaje y camina en dirección contraria a la del nivel del mar.
— Claudia Cisneros
Imagen de portada: Sriwhana Spong, Beach Study (2012), still de videdo. Cortesía de la artista y de la Fundación Kadist