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Empezó como un sueño y terminó en mis notas de cuaderno… Natalia Berzunza en Momoroom

Reseña

Empezó como un sueño y terminó en mis notas de cuaderno… Natalia Berzunza en Momoroom

por Verana Codina

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Tiempo de lectura

4 min

Mucho texto.

Recuerdo la primera vez que en la escuela me dejaron escribir oficialmente con letra script –o de molde–, en lugar de cursiva. En Buenos Aires, donde viví hasta los 8 años, el método que se utiliza para aprender a escribir comienza forzosamente con la letra cursiva, hasta que finalmente en tercer grado —una vez que perfeccionas tu trazo— tienes la posibilidad de elegir si cambiar a la letra imprenta y, más emocionante aún, de pluma fuente a una simple BIC.

La respuesta obvia de una curiosa niña de esa edad fue, automáticamente, escoger la novedad. Además de que a mis ojos, consideraba la cursiva aburrida, elegante, más elaborada y con menos onda que la ‘normal’. Sin embargo, ni mis compañeros ni yo contábamos con que probar esta nueva forma de escritura implicaría, por falta de costumbre, un esfuerzo extra al tratar de enderezar esa curva que por años aprendimos a enroscar.

Emocionados de que por primera vez se nos ofreciera la posibilidad de elegir, sin cuestionarlo, nos lanzamos a desaprender e invertir ese proceso educativo de años de planas de caligrafía y otros ejercicios para trazar correctamente, obligados siempre a cuidar que los bordes de las letras rozaran apenas la línea del renglón.

Pienso mucho en que emprender el camino de la escritura desde la cursiva continúa el legado de los rayones y garabatos con los que iniciamos a comunicarnos. ¿En qué momento dejamos de trazar para dibujar y comenzamos a trazar para escribir? De líneas sin-sentido pasamos a líneas con-sentido, pero líneas al fin.

A la obra de Natalia Berzunza –o miss Kiti, como muy acertadamente se refieren a ella sus alumnos de dibujo y cerámica–, la ubico justamente en medio de dicha transición. Ella sigue su propia escuela donde la escritura y el dibujo se sincronizan hasta lograr piezas que son tan caligráficas como plásticas.

Natalia Berzunza (detalle). Cortesía de la artista y Momoroom
Natalia Berzunza (detalle). Cortesía de la artista y Momoroom

Para su primera exposición individual en momo room, Kiti reúne un conjunto de obras que incluye seis dibujos, dos pinturas, (varias) llaves de cerámica y un texto curatorial coescrito por ella y su amigo, el artista Gibrán Turón. El cuidado en cada detalle de su curaduría se hizo presente el día de la inauguración tanto en su elección musical: el Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me de The Cure como en el arte comestible: gelatinas que hizo con su mamá para compartir con sus invitados, pero sobre todo en la elección del título, el cual sugiere precisamente los dos temas que suelen atravesar su obra: el romance y la escritura. Empezó como un sueño y terminó en mis notas de cuaderno, como la letra de una canción: de lo único que vale la pena hablar es de amor sólo podría venir de una eterna romántica como Natalia.

Natalia Berzunza, De lo único que vale la pena hablar es de amor. Cortesía de la artista y Momoroom
Natalia Berzunza, De lo único que vale la pena hablar es de amor. Cortesía de la artista y Momoroom

Y así como sus sueños terminan en sus notas de cuaderno, también lo hacen en sus lienzos, cerámicas y papeles donde de pronto aparecen mensajes ocultos listos para ser descifrados. Kiti siempre carga con cuadernos cuadriculados con lomos de espiral, de esos donde el gramaje del papel es tan bajo que cualquier tinta traspasa la hoja. Lo que para otros son incidentes, para ella son eventualidades que van construyendo, en este caso, una visualidad de manchas y borrones que el grafito y la tinta provocan.

Para mí, preferir la script sobre la cursiva, es comparable a elegir la mancha sobre el retoque. La artista antepone el error a la corrección y el conflicto a la fluidez, lo dispar a lo homogéneo, sin embargo, le sale con cohesión. Su obra es un constante proceso de desaprender que no todo lo ‘terminado’ es sinónimo de ‘completo’. Especialmente en cerámica, a las piezas no las define la regularidad de sus acabados, sino el proceso de experimentación tanto en lo material como en lo emocional.

Natalia Berzunza, You are a gardener, a flower or a basket full of fruit (detalle). Cortesía de la artista y Momoroom
Natalia Berzunza, You are a gardener, a flower or a basket full of fruit (detalle). Cortesía de la artista y Momoroom

Si bien encuentro un guiño entre la obra de Natalia y Cy Twombly, veo que mientras los rayones y fragmentos de Twombly provienen de las grandes narrativas épicas, mitos fundacionales y la historia de la antigüedad grecorromana, en Kiti se originan de sus propias sensaciones. Sus trazos sueltos, a veces víctimas de su propia libertad, revisitan su propia historia y, en un acto de amor propio, se entrega a ellos esperando que sus propias palabras la vuelvan a aleccionar.

Estos mapas mentales-emocionales —construidos con sopas de letras y mensajes encriptados, garabatos y dibujos— tienen la peculiaridad de funcionar no sólo para la artista, sino para quien sea que se encomiende a ellos porque su lenguaje es el romance y el romance, si es sincero, es universal.

Verana Codina

Publicado el 30 marzo 2023