↓
 ↓
El tiempo de lo escultórico. Entrevista con Benjamín Torres

Entrevista

El tiempo de lo escultórico. Entrevista con Benjamín Torres

por Mariel Vela

El artista abre las puertas de su estudio durante la Feria Material

->

Tiempo de lectura

8 min

Para su octava edición, la Feria Material cambia de sede. Sabino 369 abrirá sus puertas para recibir a artistas y galerías de distintas partes del mundo. La nueva ubicación distingue a Santa María la Ribera, San Rafael y Atlampa como colonias que por sus innumerables estudios y organizaciones culturales resultan elementales para la escena artística de la Ciudad de México.

Como parte del programa Invited de la feria, Mariel Vela visitó y entrevistó a dos artistas que trabajan en la zona: Cosa Rapozo (Guanajuato, 1987) y Benjamín Torres (Ciudad de México, 1969), quien presenta nuevas piezas en el booth de Pequod Co.

Frente al estudio de Benjamín Torres en la San Rafael se halla el Cine Ópera. Dos estatuas aguardan sobre la marquesina de la entrada ruinosa, son las musas de la tragedia y la comedia: Talía y Melpómene. No logro adivinar el material con el que están talladas, pero lo tomo como una especie de preludio. Al entrar al edificio hay otra marquesina de fieltro:

201 DANZA ARAB_

205

206

207

208 ESCUELA EN MESES

209 DENTISTA AARON

306 ESCULTOR

307 BUFFET DE ABOGADO

401

502 PINTORA LEONOR

(Creo que hay correspondencias entre la maestra de danza árabe, el dentista y el escultor. Una inquietud respecto a las formas y materias de un cuerpo en el espacio; esmalte, dentina, cemento, realineación de mordidas. La desarticulación correcta entre la pelvis y las costillas para lograr ondulaciones particulares en el vientre, la temperatura a la que se funde el bronce).

Una escultura es una presencia que nos habla del tiempo que contiene y al entrar finalmente al estudio puedo observar todos los tiempos en las obras de Torres. Sus ires y venires, su soledad y sus compañías: a esos collages les tocó a lado de la lámpara japonesa de papel, mientras que el cisne de cerámica se halla entre aerosoles y tachuelas.

Mariel Vela. Creo que hay medios que nos llaman, formas de entender la materia que nos hacen gravitar hacia ciertas exploraciones. ¿Cómo comienza tu interés por lo escultórico?

Benjamín Torres. Comenzó cuando entré a la carrera de artes visuales en la FAD, que antes era la ENAP. En la facultad tomé talleres de escultura, de barro, de ensamblaje y de talla en piedra y madera. De pronto tenía acceso a una serie de posibilidades, me empezó a obsesionar toda la idea de la tridimensión, del objeto, ahí fue cuando me empecé a interesar por la escultura. Al final de la carrera tomé un seminario de titulación con un escultor japonés: Uei Horibata Tadashi. Fue el primer viaje que hice a Japón y él me ayudó a consolidar mis ideas respecto a las relaciones entre espacio, materia y tiempo, a entender la materia como un contenedor de ideas que se ubica en el espacio y que requiere del tiempo para ser experimentada. Uei Horibata Tadashi es parte de un movimiento escultórico y de una escuela de escultura japonesa que se llama Mono-ha, muy influyente para muchos artistas y para mí, la cual parte de la experiencia escultórica que produce la relación entre tiempo-materia-espacio. Digo experiencia porque va más allá del objeto.

MV. Si bien la pintura también contiene un tiempo que le es propio, hay algo que me intriga particularmente sobre el tiempo de la escultura y eso es su relación con otro cuerpo, a veces humano. Cuando hay un elemento que afecta un recorrido en el espacio, para mí se vuelve una experiencia que no sólo es escultórica sino también coreográfica.

BT. Una de las particularidades de lo escultórico es que comparte el espacio con nosotros, a diferencia de la pintura en donde se abre un portal que para mí es una frontera. Entras a la pintura desde lo visual, sin embargo, para percibir la idea de lo escultórico debes recorrer el espacio y ese recorrido te lleva a un cierto tiempo; conforme rodeas la escultura, tú la modificas y ella te modifica a ti.

Estudio de Benjamín Torres. Foto: Mariel Vela
Estudio de Benjamín Torres. Foto: Mariel Vela

Observo al fondo una de las series más recientes de Torres, titulada Colisiones temporales. Hay una búsqueda por desarticular o desarmar una forma de representar el cuerpo humano en la escultura clásica, sin embargo, a nivel sensorial hay algo que me inquieta. Recuerdo que en la nueva versión de Suspiria, de Luca Guadagnino, una de las bailarinas sufre una maldición que la hace contorsionarse de formas imposibles. Le pregunto a Benjamín si la ha visto, quizás insistiendo demasiado en continuar hablando de danza. Después de todo, en el 2011, trabajó en una serie titulada Bailarinas (Degás).

BT. Ese proyecto (Colisiones temporales) tiene varias ideas alrededor y una de las principales es la del collage. Antes trabajé collage como por seis años y siempre desde la idea de la construcción; construir una imagen a partir de fragmentos. Decidí trabajar con categorías estéticas muy preestablecidas y empecé a buscar esculturas prefabricadas que circulan en el imaginario popular como la escultura griega, romana, egipcia o ciertas escuelas de la escultura neocolonial. Estas imágenes circulan a nivel masivo, ya que no sólo pertenecen al mundo del arte, sino que se establecen también dentro de la cultura popular. Para mí esas imágenes ocupan el mismo lugar que las imágenes que tomo de los medios masivos de comunicación para hacer mis collages. Son parte de ese mismo imaginario, pero circulan de otra manera. Comencé a coleccionar estas esculturas como colecciono revistas, las rompo y con los fragmentos reconfiguro la idea de la representación del cuerpo, pero también sus categorías estéticas. Esto produce unas corporalidades en metamorfosis, que es mucho la idea del collage también, ese acto de transgredir formas. Viene mucho de las experiencias vanguardistas: romper con un todo, con una totalidad. Reventar esa totalidad y después con esos fragmentos formar otra totalidad.

Benjamín Torres, Colisiones Temporales 07, 2019. Cortesía del artista
Benjamín Torres, Colisiones Temporales 07, 2019. Cortesía del artista

MV. ¿Cuál es tu relación con los barrios de la ciudad en donde vives y trabajas?

BT. La San Rafael y Santa María la Ribera son los barrios donde yo paso más tiempo y hay una idea más allá de estos espacios específicos en mi trabajo que tiene que ver con los contextos en donde estoy habitando, trabajando, y que afectan de forma muy directa mi producción. Es una idea que viene de las vanguardias, tomar la ciudad como un laboratorio de ideas, lugar de trabajo o espacio que puedes apropiarte, intervenir y afectar de alguna manera. Esa afectación es siempre recíproca. El proyecto de Dislocaciones Demarcadas se sitúa ahí.

MV. En estos graffitis donde antes se encontraba un texto y ahora sólo hallamos la intuición de unas letras, de un sentido, hay algo que se juega. ¿Qué sucede en ese tránsito para ti?

BT. Es un ejercicio de traducción y transformación, el paso de un lenguaje textual a un lenguaje escultórico. No pierde cierta relación con su origen, cosa que me interesa mucho. Mi trabajo tiene una parte muy formal, entendiendo la forma como un contenedor de conceptos, pero también hay una dimensión nerviosa. Me gusta más la idea de lo nervioso que lo emocional, Francis Bacon insistía mucho en esto, no hablaba de las emociones en el arte, hablaba del sistema nervioso y esa idea es interesante porque el cerebro forma parte del sistema nervioso. Es una forma de entender la experiencia que toca las sensaciones, pero también las ideas.

MV. Eso es muy interesante, pensar en la dimensión hormonal y química del encuentro con los objetos, incluso previa al encuentro con la idea o el concepto. Por ejemplo, hay una ternura misteriosa que me provocan estos volúmenes envueltos. ¿Qué hay debajo de esa superficie suave, qué zonas de contacto se crean?

Benjamín Torres, Sin título, 2018. Cortesía del artista
Benjamín Torres, Sin título, 2018. Cortesía del artista

BT. Esta serie de objetos envueltos parte de la idea de bloquear para revelar algo. Tapas para mostrar algo, una práctica que también viene mucho del collage. Al hacer esto muestras un aspecto que no habías visto de esa imagen o de ese objeto, aunque también se junta con la idea del furoshiki, una práctica que me interesó mucho en el último viaje que hice a Japón. Es esta práctica cotidiana de la cultura japonesa que consiste en envolver objetos para transportarlos, protegerlos o regalarlos. Creo que definitivamente hay una idea de cuidado dentro de esta práctica, aunque también está implícito el concepto del misterio. También algo que me interesa mucho es la pregunta de cómo trabajar la superficie de una escultura, ¿cómo puede intervenir el color?

MV. Sí, algo que percibí respecto al color es que hubo un cambio de paleta en esta serie, una gravitación hacia otras composiciones.

BT. Las piezas con colores muy chillantes, por ejemplo, las de Dislocaciones demarcadas, vienen directamente del contexto de la ciudad, lo artificioso, los medios masivos de comunicación y lo estridente de los flujos de información. Sin embargo, en esta ocasión trabajé la idea del color desde otras referencias: las composiciones de los furoshikis y los kimonos. Hay un trabajo de color en la cultura japonesa que me interesa. Si ves, aquí hay una transparencia que es muy sutil, un verde menta se trasluce a través de la camisa blanca. La luz nos revela algo.

Mariel Vela

Publicado el 30 abril 2022