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El Muro

Ensayo

El Muro

por Isauro Huizar

Este texto formó parte de la exhibición "El aire entre las cosas", inaugurada en Casa Maauad en 2015.

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Tiempo de lectura

4 min

Comencé a ponerle atención porque se paseaba con frecuencia frente a mí. Venía siempre con amigos que nos recorrían a todos nosotros, cada vez más seguido. Sus amigos entraban por todos lados y hablaban de un gran evento: un proyecto que estaban planeando.

Después supe que su nombre era Isauro. Volvía constantemente, caminando en círculos delante de mí, aunque en realidad no decía mucho. De hecho, no fue hasta después de un tiempo que me visitó más seguido, acompañado de gente. Al parecer, hablaban de mí, me daban palmadas y me acariciaban. Eran unos cuantos los que venían e Isauro les hacía preguntas como “¿cuánto puede tardar?” o “¿cuánto costaría?”. Insistía mucho en la calidad, el orden y el tiempo. Yo no sabía a qué se refería.

Un buen día, Isauro llegó con un grupo de personas que se parecían mucho a las que nos construyeron a mí y a toda la casa hace más de 130 años. Comenzaron a picarme y me hacían cosquillas por todos lados; mis compañeros de sala de toda la vida me miraban celosos y se preguntaban por qué ellos no recibían la misma atención. Me sonrojé, nunca me habían hecho tanto caso.

Cuando se acercaba Isauro era como si pudiera leer sus pensamientos: me había escogido a mí por estar al final de la casa, al fondo de la sala: un simple muro que ni siquiera tenía una ventana, una puerta o un closet, ni siquiera un marco para que la gente me atravesara. Yo solamente servía para delimitar el espacio; tal vez para mucha gente eso no sea gran cosa, pero Isauro se fijó en mí.

Comenzaron por cubrir de plástico el espacio frente a mí, con una cortina larga de lado a lado, como a un metro de distancia. Me pregunté qué estaba pasando. También colocaron unos cartones y costales en el suelo y pusieron una escalera que se preparaba para moverse de lado a lado.

Luego, sin avisar, comenzaron a rascarme con un cincel y un martillo, me quitaron todo el acabado. Me sentí vulnerable. ¡Con razón la cortina!, no lo vi venir. En tan sólo dos días estaba completamente desnudo, mostrando todas mis imperfecciones, mi interior hecho de ladrillos, bloques de sillar y cemento.

Apenas pude descansar el domingo. El lunes me despertaron salpicándome con yeso muy frío que poco a poco reaccionó y se fue solidificando. Sacaron un plomo y colocaron unas guías para aplicarme la mezcla de arriba hacia abajo. Con un largo brazo de aluminio aplanaron el acabado hasta dejarlo totalmente parejo. Luego con una llana me terminaron de resanar. En tan sólo dos días ya tenía una nueva piel grisácea que se hizo blanca conforme se fue secando el yeso. Por último, con una lija me pulieron por completo, dejándome con una superficie suave y tersa. Ma-ra-vi-llo-so.

La verdad es que todo sucedió muy rápido, tenía miedo, sentía que podía pasar cualquier cosa, que podía desmoronarme o que podía brotarme una humedad. ¡Qué vergüenza que todos me vieran mojarme!

Afortunadamente las cosas salieron muy bien. Un trabajo de primera, ¡no podía creerlo!, estaba totalmente plomeado de arriba a abajo y parejo de lado a lado. Poco a poco mi piel nueva, que al principio estaba húmeda, se fue endureciendo, como si fuera una gran piedra líquida.

¡Ahora sí estaba listo para lo que fuera! Podían montarme una pintura encima o quizá una fotografía, ¡una gran fotografía! Incluso una repisa para poner objetos o quién sabe qué más. Tal vez proyectarían un video sobre toda mi superficie: mi hermosa e impecable nueva superficie. Pero por ahora sólo lucía así, como un gran plano, sujetando firmemente el aire contra los otros muros, siendo lo que siempre he querido ser, lo que mejor sé hacer, lo que soy: ¡un muro!

Este texto formó parte de la exhibición El aire entre las cosas, inaugurada en Casa Maauad el día 28 de noviembre del 2015. Casa Maauad fue un proyecto que se desarrolló entre el 2010 y el 2017, coordinado por el artista Anuar Maauad. Su programa incluyó residencias y exhibiciones, entablando diálogos entre artistas nacionales e internacionales.

Isauro Huizar, Sin título (Muro), 2015, yeso sobre muro, 445 x 420 cm. Cortesía del artista, SOMA y Casa Maauad. Fotos por el artista y Ramiro Chaves.
Isauro Huizar, Sin título (Muro), 2015, yeso sobre muro, 445 x 420 cm. Cortesía del artista, SOMA y Casa Maauad. Fotos por el artista y Ramiro Chaves.

La obra fue pensada y realizada con mucho cariño para la exposición colectiva que celebró el cierre de cursos de la generación 2014-2015 del Programa Educativo SOMA. Para más información se sugiere visitar la página https://terremoto.mx/el-aire-entre-las-cosas/.

Isauro Huizar

Publicado el 24 enero 2020