Efecto invertido de un espejo defectuoso: "Otrxs Mundxs"
por Verana Codina
En el Museo Rufino Tamayo
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Otrxs mundxs —inauguró al público a finales de noviembre y cerró a mediados de diciembre debido al retorno del muy temido color rojo en nuestro semáforo epidémico— fue la última muestra en el año del Museo Rufino Tamayo, pero la primera de muchos visitantes tras meses en los cuales las llamadas ‘actividades no esenciales’ estuvieron prohibidas en la ciudad.
Su apertura me produjo un entusiasmo comparable al que me generó ver una película en el cine o asistir a una tocada por primera vez después de meses de confinamiento forzado.
Emocionada, ingresé al museo. Me acerqué a la primera sala, leí el título y después el texto curatorial. Percibí una generalidad en el enunciado, misma que se extendió al título. “¿Otres mundes?”, pensé. Recorrí las salas con cierta sospecha en espera de un posicionamiento que justificara la utilización del lenguaje no binario. Al finalizar el largo recorrido —la exposición se compone de más de 40 artistas— comprobé mi sospecha: la ‘x’ aparece simplemente como un leitmotiv.
También se manejaron desde la superficie los núcleos que dividen la exposición. En el texto de sala únicamente se enlistan, pero no se profundiza sobre las implicaciones que conlleva cada uno, ni cómo es que palabras tales como capitalismo, obliteración o visualización se relacionan con las piezas que los conforman.
Cuando el museo dice cosas como ‘resaltar la otredad’ o ‘...una respuesta institucional [...] que anticipa una alteridad post-pandemia [...] no como una idea radical sino como una realidad alcanzable’*1, yo me pregunto: ¿Desde cuándo las instituciones respaldan estas voces de la ‘otredad’?, ¿si lo hacen, es en beneficio de qué o de quién?
Sería tan iluso pensar que esas voces se encuentran genuinamente escoltadas por una entidad como el Tamayo, como descartar el hecho de que las obras ciertamente contienen o están atravesadas por lo que el museo llama en su texto ‘discursos urgentes’. Además, no se puede obviar que la exhibición de las piezas es favorable para el desarrollo de las carreras artísticas de los invitados.
Es muy claro —tan claro que desde ahí parte la curaduría— que la gran mayoría de lxs artistxs que conforman la exposición representan —aun considerando los privilegios que lxs participantes poseen por haber sido incluidos en una exposición institucional— la voz de una generación que se caracteriza por un constante cuestionamiento de modelos perpetrados en beneficio de la hegemonía capital. Una generación de cristal —apodados así por los boomers— cuya fragilidad de opinión se traduce en incesantes preguntas sobre cómo, qué y quién o desde dónde nos configuramos social, cultural, política, afectiva, corporal e identitariamente.
Ahora bien, al colocar artistas establecidos con artistas emergentes —o, mejor dicho, menos establecidxs—, Otrxs mundxs propone beneficiar a aquellxs cuyas carreras artísticas aún están despegando, introduciéndolos a los que ya aterrizaron. Para mí, es al revés: la inclusión de ellxs y sus obras propician discusiones impostergables que renuevan el panorama de la comunidad artística de la Ciudad de México. Disponerlos en el mismo espacio provoca el efecto invertido del espejo defectuoso, en donde los ‘grandes’ se reflejan en los ‘chicos’ y no viceversa como suele suceder.
Tercerunquinto, Paños (Segunda versión), 2020, 160 paños de algodón con pintura aerosol, pintura de esmalte y disolvente. Cortesía de los artistas y Proyectos Monclova
Entonces, ¿qué nos dicen estos otros mundos?, ¿son mundos compartidos?, ¿qué comparte una pieza de ASMA con una de Guillermo Santamarina?, ¿o Nuestra Victoria de Julieta Gil con Paños de Tercerunquinto?
Pensarán que resulta obvia la correspondencia entre las últimas dos: ambas parecen querer rescatar el ADN de un evento político desplegado en las pintas realizadas en monumentos o sitios del espacio público. Sin embargo, mientras que Tercerunquinto las retira —para convertirlas en un registro pictórico— Julieta hace un registro fotográfico: las deja.
Recientemente, en un contexto de manifestaciones y marchas feministas, se han dado discusiones sobre el uso del espacio público y el rol que poseen los monumentos. ¿Su propósito es existir para ser ‘vandalizados’? ¿Qué pasa cuando estas consignias son limpiadas? ¿Qué siginifica conservarlas, de manera legible, en su sitio original?, ¿o incluso hacer un registro de ellas antes de que sean retiradas?
Aunque las dos propuestas parecen cuestionar o responder a estas preguntas, la pertinencia generacional que cobra Nuestra Victoria frente a Paños es indiscutible. Pienso en las múltiples veces que pasé por el Ángel cubierto con vallas y tablones de madera; saber que estas consignas existían, aun cuando no podían verse, afianzaba un sentir colectivo de resistencia, alimentado por un constante intento del gobierno de la ciudad por invisibilizarlas. En este sentido, retirarlas del espacio público —como propone Tercerunquinto— debilita ese sentir.
Berenice Olmedo, Akro-Bainein, 2020 (detalle). Cortesía de la artista y de Lodos, Ciudad de México, Jan Kaps, ColoniaAna Segovia, El Prisionero 13, El Compadre Mendoza y ¡Vámonos con Pancho Villa!, Óleo sobre tela. Cortesía de la artista y de la Galería Karen Huber
Como Julieta, muchxs de lxs artistas incluidxs presentan mundos por los que abogan, en los que se visualizan, de los que quieren que todos formemos parte. Mundos físicos o virtuales, en donde la discapacidad física de un cuerpx no tendría porque ser reparada; uno donde es posible la figura de un charro en resistencia de género; otro en el cual la arquitectura y el diseño del espacio no condiciona nuestrxs cuerpxs.
Debido al regreso del semáforo rojo en la ciudad, el museo permanece cerrado hasta nuevo aviso. Por lo tanto, los invitamos a ingresar aquí para conocer más sobre lxs artistxs, quienes realizaron videos en los que hablan de su trabajo.
Imagen de portada: Asma, Poción multijugos, 2020, Cadena de hierro, acero inoxidable, micro-parafina blanca, resina. Cortesía de lxs artistas y de la galería PEANA