De los libros a los muros y de regreso: Verónica Gerber Bicecci en Proyectos Monclova
por Sandra Sánchez
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Estar atentx a lo que dicen lxs demás, sean amables o tiranos: tomar las palabras y las formas como un tránsito, como materias en movimiento que se van modificando tanto simbólica como corporalmente mediante relaciones continuas y discontinuas. Sumas y restas entre formas y materias, sujetxs-lectorxs-productorxs. También lo invisible para el ojo, pero presente para la intuición. La exposición Descalzos los pies, los campos en ellos, sentiré al acreedor de la tierra en mis plantas desnudas de Verónica Gerber Bicecci en Proyectos Monclova presenta una serie de lecturas y tomas de postura que poco tienen que ver con la noción de artista individual, tampoco con su posible antítesis: una comunidad dada; lo que nos muestra son una serie de ideas y problemas caligramáticos*1 que tensan imágenes y textos para que en el intersticio el que mira-lee se haga un espacio e incorpore lo propio.
La muestra nos recibe con una manifestación.
La resistencia (2020) es el nombre de una serie de animáculas*2 de cerámica bastante cute que sostienen pancartas (filacterias*3) de cartón con mensajes precisos escritos a mano: “¿qué significa la libertad reproductiva feminista decolonial en un mundo multiespecies peligrosamente turbulento?”, “estás en problemas si crees que el futuro es un lugar que te pertenece”, “quiero vivir en mundos que se supone que no existen”, “la infidelidad a las patrilineas es lo mínimo que deberíamos reclamarnos”, “no volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema”, “generar y reconocer parientes es quizás lo más difícil y urgente”.*4
Barefoot in the field, I will feel the creditor-earth on my naked soles, Verónica Gerber Bicecci, 2020, Installation view, PROYECTOSMONCLOVA. Photo: Sandra Sánchez
El primer impulso es el de la posesión. Están tan lindas que me encantaría tener el presupuesto para comprar una y tenerla en mi casa para mirarla de frente cada mañana. Luego pienso si esas palabras están escritas para mirarse de frente. No sé cuanto tiempo pasa, me despiertan unas voces en las oficinas de la galería. Pienso en que la cuestión que más he incorporado es la necesidad de reconocer parientes: en mis amigxs, pero también en los textos, en las obras de arte y, por supuesto, en la gatita que vive conmigo. Las frases reverberan tanto y tan fuerte que me hubiera encantado tener una silla y un café cerca para descansar y seguir pensando. Días después, las animáculas siguen haciendo ruido y creo que lo harán por un tiempo indefinido.
En el video que Verónica preparó para el sitio web de la galería cuenta sobre las Mujeres polilla (2018): la artista realizó, en colaboración con Impronta Casa Editora, una impresión en tipos móviles del Catálogo de las mujeres de Semónides de Amorgos (s. VI a. C.), poema horrible por misógino. La intervención de la artista-polilla consistió en horadar consecutivamente círculos sobre el papel. Los huecos carcomen el poema como la polilla lo hace con la madera. Me fascina la idea no de destrucción, sino de digestión, la imagen de una mujer-polilla comiendo y defecando el lenguaje. En el desecho no hay venganza ni guerra ni argumentos que ganen a otros argumentos: hay composta.
Descalzos los pies, los campos en ellos, sentiré al acreedor de la tierra en mis plantas desnudas, Verónica Gerber Bicecci, 2020, vista de instalación, PROYECTOSMONCLOVA. Cortesía de la galería.
Mujeres polilla también vive como reproducción en las páginas de Tsunami (Sexto Piso, 2018) una compilación de textos de varias mujeres que piensa a la palabra como herramienta política, editada por Gabriela Jauregui. Como veremos a continuación esta no es la única pieza de Gerber Bicecci que transita de la sala de exhibición al mundo editorial y de regreso. Creo que dicha flexibilidad es efecto de lo que Caroline A. Jones*5 denomina como formas discursivamente determinadas en el arte, las cuales relaciona con producciones neoconceptuales en las que las formas incorporan narrativas específicas que abren paso tanto a lo concreto como a lo informe y a lo indeterminado. En el caso de Gerber Bicecci, las formas discursivamente determinadas no refieren a una lectura unidireccional, más bien permiten una circulación entre medios que se afectan mutuamente y que propician movimientos de un espacio a otro, en este caso entre el libro y el muro.
El recorrido continúa con Otro día... (poemas sintéticos)*6(2017) donde aparece de nuevo el caligrama y la resonancia, esta vez a Un día... (poemas sintéticos) de José Juan Tablada. Verónica retoma la forma circular de las estampas acompañadas por versos sobre la naturaleza para reflexionar sobre la catástrofe ecológica. La fuente ahora son notas periodísticas preocupadas por el problema. El montaje en dos filas largas es lindo de ver: de un golpe aparece a la vista un campo semántico ilustrado, sin embargo, es una fortuna que exista como libro porque cada haikú necesita un tiempo largo, además creo que el sentido cambia dependiendo del día y del estado de ánimo delx espectadorx-lectorx.
Descalzos los pies, los campos en ellos, sentiré al acreedor de la tierra en mis plantas desnudas, Verónica Gerber Bicecci, 2020, vista de instalación, PROYECTOSMONCLOVA. Cortesía de la galería.Descalzos los pies, los campos en ellos, sentiré al acreedor de la tierra en mis plantas desnudas, Verónica Gerber Bicecci, 2020, vista de instalación, PROYECTOSMONCLOVA. Foto: Sandra Sánchez
Frente a los poemas sintéticos, bajo un fondo negro, se encuentra La compañía (2018), pieza realizada en el marco de la treceava Bienal Femsa, titulada Nunca fuimos contemporáneos. El montaje consiste en un mapa blanco trazado sobre el muro que tiene al centro 77 fotografías de las ruinas de una mina de mercurio en San Felipe Nuevo Mercurio, Zacatecas. Cada fotografía se acompaña de un texto colocado a modo de subtítulo cinematográfico; la historia es una reescritura del cuento “El huésped” de Amparo Dávila.*7 La lectura de cada fotograma obliga a un movimiento corporal de izquierda a derecha que se repite en cuatro filas: el cuerpo anda para enterarse del terror que causa la compañía en una mujer, la completa falta de empatía del marido, así como la alianza de la primera con una máquina para cuidar juntas a sus hijes. Si se toma distancia, de lejos desaparece la experiencia cinematográfica y aparece ante nuestros ojos el mural: una imagen-mapa que insinúa un camino.
Hasta ver esta pieza es que pasó por mi cabeza la relación entre las portadas arquitectónicas, el muralismo y los intervalos regulares de las imágenes en cine. Siento que el vínculo es un efecto Gerber Bicecci: en esta exposición los medios vibran, las propuestas mutan dependiendo de la complicidad que establecen con cada visitante y las reescrituras actualizan y ensanchan las historias.
*2: El término animálculo fue inventado por Anton Van Leeuwenhoek para referirse a los pequeños organismos o protozoarios que observó a través de su microscopio en 1674. La información proviene de la página web de Proyectos Monclova.
*3: La filacteria es una cinta o pequeño rollo de papel que se usaba en el arte medieval como globo de texto. La información proviene de la página web de Proyectos Monclova.
*4: Las frases fueron extraídas de dos libros centrales para entender la crisis ambiental actual: Staying with the trouble. Making Kin in the Chthulucene, de Donna Haraway y The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalist Ruins, de Anna Lowenhaupt Tsing. La información proviene de la página web de Proyectos Monclova.
*5: Jones, Caroline. “Form and formless” en A Companion to Contemporary Art since 1945. Ed. Amelia Jones. UK, Blackwell Publishing, 2006.
*6: La pieza existe también en forma de libro publicado por Almadía.
*7: La salida impresa de la pieza se publicó un año después también por la editorial Almadía.