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Cuatrocientas cincuenta y dos tetas

Ensayo

Cuatrocientas cincuenta y dos tetas

por Fernanda Ballesteros

El lazo subterráneo del monte Fuji al Popocatépetl, el cinturón de fuego

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Tiempo de lectura

4 min

Israel Urmeer y Fernanda Ballesteros publicaron Arigatou goza-y-más (Elefanta/ISC, 2019), un libro de lo kawaii, lo solo, lo congestionado, lo pop, lo futurístico y lo eterno de Tokio y Hakone.

Prolongan la colaboración ahora con el lazo subterráneo del monte Fuji al Popocatépetl, la cadena de volcanes que forma el perímetro de la placa del Pacífico, el cinturón de fuego.

Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista
Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista

El centro de la Tierra está a 6000 kilómetros y a 6000 grados centígrados.

Lo más profundo que el humano (ser efímero y minúsculo) ha llegado es un pozo en Rusia, a 12,2 kilómetros. Se llama el pozo superprofundo de Kola. Me recuerda el refresco de cola en Cuba cuando fui y todavía no regresaban los gringos: Tukola.

20 años para cavar el pozo superprofundo de Tukola y los locales juran que los torturados del infierno ascienden en ecos. También le llaman así al hoyo: el pozo del infierno.

Solo quedan 5987,7 kilómetros por perforar. El 99,7% del hueco mágico.

Los científicos capturan información del centro de la Tierra, del jardín del diablo con sus palmeras de hierro y níquel, gracias a cada carcajajajada de la Tierra, sacudidas que llamamos sisismos.

Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista
Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista

En México hay 40 por día.

Debajo de los suelos de este país hay 5 placas tectónicas: 4 de las 14 principales en el mundo. Demasiado para una misma bandera.

Pero las rocas bajo el mar tienen sus propias fronteras y naciones.

Una se llama Rivera y otra Cocos. Chiquitas, picosas (culpables del terremoto del 32, del 85, del 2017). Tenemos también la placa de Norteamérica que se extiende hasta Groenlandia, Cuba y Bahamas. Tenemos la del Caribe que se mueve hacia el sureste junto con toda América Central.

Y tenemos la del Pacífico. La más grande y la más activa de todas. El imperio de las placas, la fuerza de los demonios, el dragón que llamamos anillo o cinturón de fuego, el Quetzalcóatl de 40 mil kilómetros que se mueve por debajo del océano –de fingida paz– entre 452 volcanes: la subducción que provoca más terremotos en el planeta.

Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista
Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista

Mayahuel es la diosa lunar del maguey, amante de Quetzalcóatl, quien con 400 tetas-hojas alimenta a sus 400 hijos-conejos con la leche-pulque, y hay otra diosa lunar, amante de otra serpiente emplumada, subterránea. Ella, con sus 452 tetas-volcanes, emana leche evaporada, carbón, lava y baba de su enamorado. Ella duerme en su cama de océano, las algas como almohadas, las o-olas de sábanassss.

No sé cómo nombrar a la diosa. Volcahuel. La diosa superprofunda de magma.

Las que ya están bautizadas son sus tetas: Licancabur, Popocatépetl, Tungurahua, Ollagüe, Avachinsky, Mayón, Tambora: nombres en kunza, en náhuatl, en quechua, en aimara, en ruso, en alguna de las 170 lenguas de Filipinas, en la extinta tambora.

El Paricutín (nombre en purépecha), el volcán más joven del mundo, brotó de una planicie en un campo donde hay más de 1200 volcanes. Tiene acta de nacimiento registrada por Dr. Atl el 20 de febrero de 1943. Porque el pintor esquematizó todo desde que apareció. Y creció 150 metros en 6 días, y luego 424 metros, y la explosión, y cómo se comió dos pueblos con sus cenizas y sus lenguas lentas calientes. De San Juan Parangaricutiro sepultó solo la mitad de la iglesia.

Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista
Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista

Cuando la diosa superprofunda de magma se despierta de día, la lava, baba de su amante, parece queso derretido y quemado, el queso de una pizza barata. De noche no porque brilla, luz roja, naranja, densa, pastosa, sosegada al bajar, rápida al salir en borboteos kilométricos.

Inspiración cheesy de muchos poetas. Quise citar a alguno. El que menos me pareció jalado al refinamiento rosa postizo fue uno de Neruda que habla de cabezas como volcanes pintados por Diego Rivera. Dicen que la placa Rivera se llama así por Diego.

Estoy hablando mucho de México y quiero borbotear de la diosa superprofunda de magma cuando está en Japón. Hay un rumor de que el Monte Fuji, pico nipón más alto que hay, también está registrado como ciudadano. Una teta divina civilizada. Y otro dato dice que su nombre viene de 不死 fushi, de inmortalidad.

Para el humano (ser efímero y minúsculo), los volcanes son perpetuos. En realidad, son entes con poros y voluptuosidades que sobresalen en orgías lentas, lentas, lentas de rocas entrelazadas desde el jardín de diablos y diosas bajo el océano.

Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista
Dibujo de Israel Urmeer, 2020. Cortesía del artista

Fernanda Ballesteros

Israel Urmeer

Publicado el 19 noviembre 2020