Este lugar es un jardín secreto: en él se esconden criaturas y objetos que pacientemente esperan ser descubiertos. Entremedio del silencio, buscan ser activados, quieren sonar. Es un jardín encantado pues lo inanimado cobra vida al más ligero tacto. Es también un jardín de los sentidos; los cinco pueden ser complacidos. Sus sensuales formas invitan, tientan, desean. Podemos verlas, escucharlas, olerlas, tocarlas y casi hasta probarlas. Es un jardín alquímico donde cada presencia –animal, vegetal o mineral– es una alegoría de la transformación de la materia para alcanzar el estado de perfecta armonía. Entre higueras y floripondios surge el jardín de las delicias.
Calyx Imaginalises la primera exposición individual de la artista oaxaqueña Vica Pacheco (1993) en Peana. La muestra reúne una serie de objetos y pinturas en cerámica, resultado de una residencia realizada en Cerámica Suro, Guadalajara.
Vica es una jardinera que esculpe; dentro de la galería le ha dado orden a un jardín artificial que estimula los sentidos y enamora a los amantes. Cada color, forma y material está conectado, se corresponde. En su obra existe una interdependencia entre forma y contenido, a lo que se le suma función. Sus objetos, de enigmático aspecto, son esculturas-instrumentos a los que dotó con el don de la música. Al agitar o percutir, la artista hace sonar a sus creaciones, las cuales generan sonidos repetitivos y orgánicos que imitan a la naturaleza.
Vica Pacheco, Calyx Imaginalis, vista de la exposición. Fotografía de Caylon Hackwith. Imagen cortesía de PEANA.
Estas onomatopeyas sonoras se corresponden con las orgánicas siluetas que también emulan al reino natural. Como seres salidos de un bestiario o de códices prehispánicos, estos híbridos nacen de la mezcla entre lo animal y lo vegetal, reproduciendo patrones que se encuentran en la naturaleza. En Campana de floripondio y chupaflores (2024) una teselación de floripondios desciende hasta casi alcanzar una rondalla de picos listos para polinizarlos. A su vez, el cuenco al centro y la estructura de metal que lo sostiene recuerdan a un bebedero de pájaros en un jardín barroco.
En el caso de Nectarios I, II y III (2024), las teselas son representadas como placas de continuos mosaicos que fueron montadas a piso como cajas de cultivo. De ellas, brota la cosecha. Los motivos esmaltados sobre la cerámica evocan los “glifos de la Ciudad de México”, una colección de placas de azulejo donde se muestra la toponimia y el significado del nombre de origen de cada zona de la ciudad.
Vica Pacheco, Calyx Imaginalis, vista de la exposición. Fotografía de Caylon Hackwith. Imagen cortesía de PEANA.
Vica abona la tierra, prepara el terreno en el que deposita las semillas que pronto brotarán de las grietas permanentes del piso de este espacio expositivo. Estos nuevos germinados deben de regarse a diario para que continúen acompañando a las veteranas enredaderas que se infiltran desde afuera y caen por los techos del espacio.
En Calyx Imaginalis existe una mezcla de materialidades donde todos los elementos se encuentran en armonía. El aire, el agua, la tierra y el fuego se hacen uno con la cerámica. Al transformar la materia, Vica alquimiza el entorno. Sus objetos, que combinan alfarería con herrería, se inscriben dentro de algunas tradiciones del arte como el Art Nouveau y el Arts & Crafts, dos movimientos que recuperaban los oficios medievales como parte esencial de la producción artística. Vica sigue la misma línea pero lo sitúa en México, retomando procesos y tecnologías prehispánicas.
Vica Pacheco, Calyx Imaginalis, vista de la exposición. Fotografía de Caylon Hackwith. Imagen cortesía de PEANA.
Pistilo (2024) es una escultura que bien podría confundirse con una lámpara propia del hito arquitectónico la Casa de los Lirios (1906). Este objeto, de estilizada figura, se utiliza como campana en los performances de la artista. A su vez, el diseño y la elaboración de sus esculturas-instrumentos obedece al principio básico de la ergonomía, que fomenta una armonía en la relación cuerpo-entorno-utensilio. Oruga coral (2021) es un instrumento de viento cuya forma se retuerce como un espiral que recuerda a una mezcla de dos símbolos mexicas: el ollin (movimiento) y ehécatl (viento). Su estructura tentacular permite amoldar la mano que lo toma para agitarlo.
Entre estambres futuros y corolas, ayer cuando bajaron los relentes, perecí en un jardín que regalaba sombras con formas de árboles, y el agua.