Aprender nuevas imaginaciones. Entrevista a Christian Camacho.
por Bruno Enciso
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La expansión de la escena artística regiomontana no se limita a la oferta de exposiciones, ferias y otros eventos de arte, incluye también nuevos enfoques en la formación de jóvenes artistas. En esta ocasión, entrevisté a Christian Camacho –en calidad de profesor, antes que de pintor– para conocer un poco más sobre su experiencia y postura ante la educación artística escolar actual.
BE: ¿Cuál dirías que es la principal diferencia entre la educación artística que estás ofreciendo y la que tú recibiste?
CC: Pienso en eso todo el tiempo, en errores cometidos y en cosas terribles que sucedían en mi entorno escolar. Lo primero, y esto lo he hablado con mucha gente de mi generación, es que creo que a nosotros nos tocó una escuela violenta. Había un ambiente de todo se vale, que significaba se vale hacerle todo a todos. No sé si había una zona donde pudiéramos ponernos a trabajar con los otros sin que eso implicara una fuerte falta de seguridad. Era una vulnerabilidad que fácilmente conducía a los abusos, las violencias, la sospecha o la intriga.
Al final, el arte es algo profundamente personal y siento que en ese momento nadie lo estaba explicando así, se insistía en abordarlo desde un lugar unilateralmente histórico, cultural o político. Creo que pocas veces nos estábamos preguntando: “¿Qué le pasa a la gente que está entregada a estas posibilidades?”. Intento mantenerme cerca de esta pregunta. Me preocupo porque todas las personas que estén en mi clase puedan ponerse en los zapatos de las demás, yo incluido.
A nosotros nos pasó mucho que parecía que algunxs profesorxs sólo estaban interesadxs en la voz de cierto tipo de personas. Siento que eso fue injusto y que desplazó a muchos tipos de imaginaciones que no tenían por qué ser desplazadas. Con los años venideros, vimos como algunas de esas imaginaciones prosperaron a pesar de eso. Procuro que esa diferenciación tan estricta no suceda al interior del aula.
La otra cosa que se me hace importante es hablar de ciertas piezas y maneras de hacer arte en sus propios términos. No me interesa bloquear las cosas que me parecen aberrantes o problemáticas. Más bien, intento mostrar una nueva manera de verlas, sin pasar por alto su lugar en la historia del arte más reciente. Para mí, la enseñanza no funciona a través del eco, entender algo no tiene necesariamente que ver con aprender a replicarlo. Y tampoco se trata de la originalidad, sino de un tema ético. Una persona que no está dispuesta a ver su obra desde varios puntos de vista, abarcando los que incluyen las relaciones con las otras, no tiene mucho que hacer estudiando esto.
Termino aprendiendo mucho de mis estudiantes. Creo que sí puedo decirles: “No tengo idea de lo que estás hablando, pero no por eso no me importa”. O regarla, regarla mucho. Se me hace súper potente poder admitir un error o no tener miedo de decir: “Esto no lo entiendo bien. Creía que sí, pero creo que puedo entenderlo mejor”.
BE: ¿Cuánto llevas en Monterrey y qué te llevó allá? Antes de entrar a la UDEM, ¿ya habías dado clases de arte dentro de un programa escolar de nivel licenciatura?
CC: Ahora, en agosto, se cumplirán dos años desde que Lucía [Vidales] y yo llegamos, para poder integrarnos a la planta docente de la UDEM. Hay muchas cosas que hice en el pasado que quizás se parecen. Varias veces en el Museo Jumex, como parte del trabajo de programación, ofrecí capacitaciones sobre mediación y acompañamiento al público. Todos eran temas de arte y era un programa de varios meses; aunque no todos lxs participantes eran artistas, incluía seguimiento y desarrollo de proyectos.
Jumex comparte con la UDEM un espíritu de organización privada, además de espacios y arquitecturas nuevas, diseñadas para dirigirse al arte. Los museos e instituciones públicas son muy distintos en sus estructuras, procesos y tradiciones. En ese sentido, aunque los grupos fueran nuevos, no sentí que hubiera sido un salto tan loco.
Christian Camacho, Ejercicio 'Inmersión y color' en Escaleras del CRGS, UDEM. Cortesía del artista
BE: ¿Cuáles son algunos desafíos a los que te has enfrentado como profesor en esta ciudad, que es nueva para ti? Además, claro, de todo lo que implica sacar adelante la educación a distancia.
CC: Son muchísimas cosas. Lo más importante ha sido renovar la forma de enseñanza, no solo desde el plan de estudios, también en el trabajo con lxs alumnxs. Sentía que había muchas ideas muy enraizadas que mantenían todo fijo, limitando la apertura a nuevas prácticas. Queríamos incentivar la renovación de intereses y curiosidades a partir de la aproximación a los materiales y desde los propios métodos de trabajo. El objetivo es que la población estudiantil siga interesada en mantener su producción artística luego de egresar.
Me parecía que aunque lxs estudiantes hacían muchos ejercicios, frecuentemente no desarrollaban cuerpos de obra o proyectos de exhibición de su propio interés, sino hasta etapas ya muy avanzadas de la carrera. Fue complejo, porque se trataba de concretar procesos de imaginación. Ese fue el primer gran reto, y no tenía que ver con la pandemia.
Derivado de eso, había que promover la autocrítica, la autogestión y ver cómo se desenvolvían los intereses de cada estudiante, a la par de lo que sucedía en las clases. Ya en la modalidad a distancia, creo que mi mayor responsabilidad ha sido no perdernos, entre los alumnxs y yo. No solo evitar la deserción, sino que pudieran mantener su curiosidad a pesar de que el espacio de trabajo estuviera completamente transformado. Ya no se trataba tanto de estimularles a empezar nuevos procesos, sino de ayudarles a salvaguardar el involucramiento de cada unx con su propia formación.
Pruebas en el estudio de Christian Camacho. Cortesía del artista
BE: ¿Cómo crees que tu trabajo como profesor ha afectado tu producción como artista? Ya sea en lo formal o en algo más relacionado con tus vivencias.
CC: Podría parecer que por mi trabajo tengo menos tiempo para producir, pero también pasa que de las clases vienen muchas otras cosas. Estoy escribiendo mucho, por ejemplo. En general, creo que la enseñanza atomiza muchas de las habilidades que ya tenías previamente para hablar sobre algo o simplemente para mostrarlo. Podré no estar llenando el estudio de obra, pero la marcha no se ha detenido tampoco.
Además de la cuestión del tiempo, los procesos han cambiado. Ahora todo sucede en la mesa: las clases, la comida, mucha de la producción y también algunas de las distracciones. En el campus pasaba que siempre me imaginaba muchos procesos y materiales nuevos. Ese impulso no ha desaparecido, pero se ha ido hacia otro lugar. Es una dispersión favorable que tal vez no puedo explicar exactamente.
Merece la pena insistir en lo mucho que aprendo de mis estudiantes. Están haciendo las cosas de formas que no manejo y con muchos referentes que no son los míos. Me interesa el lugar en el que estoy cuando no acabo de cacharles por completo. Me sorprendo todo el tiempo, es una locura.