Amor, afectos y revolución: entrevista a Dora García
por Verónica Guerrero Molina
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En el Laboratorio Arte Alameda se puede visitar la exposición de la española Dora García, Amor Rojo, en la que tres salas del museo se transformaron en espacios de proyección y consulta bibliográfica. Tuve la fortuna de compartir tiempo con García en una plática en la que el arte y la escritura posibilitaron el acercamiento a la fascinante revolucionaria rusa Alexandra Kollontai —nacida en Moscú en 1872, fue parte activa de la Revolución Rusa de 1917 y fiel defensora de lucha por la liberación femenina, además de por sus escritos, se le conoce por ser la primera mujer en la historia al frente de un ministerio en el gobierno de una nación—.
Verónica Guerrero. Dora, en tu cuerpo de obra se puede ver tu preferencia por ciertos formatos frente a otros. Pareces sentirte cómoda habitando el performance, el happening, las instalaciones y los medios digitales —en detrimento de otros medios como la pintura, la escultura o el dibujo—. ¿Hay alguna razón para esta preferencia? ¿Me puedes contar un poco más de tu decisión del uso del video para este último trabajo: Amor Rojo?
Dora García. La idea de Amor Rojo siempre ha sido una investigación fílmica generada por un equipo de investigación, que son cuatro mexicanas (1) y yo misma. La razón de integrar a investigadoras mexicanas fue que ellas podían llegar a entendimientos a los que yo no llegaba. De esta primera idea, un único film, resultaron tres películas. La verdad es que estoy muy contenta con el resultado. Esta es una exposición prácticamente colectiva porque, además de las películas que están allí, es tanto o más importante la presentación de archivo y el programa público. El resultado es una exposición con las tres películas presentadas como proyecciones, es decir, Amor Rojo son instalaciones en el espacio del Laboratorio Arte Alameda, junto con el programa público y el archivo.
VG. Amor Rojo me dejó no solo muchas inquietudes respecto al formato de presentación, también muchas preguntas respecto al papel de la escritura como dispositivo de memoria, archivo y como motor generador para la creación artística. El concepto de diario y escritura íntima es algo recurrente en otros trabajos tuyos, en este último, se vuelve a retomar con la lectura de la correspondencia personal de Alexandra Kollontai. ¿Por qué decidiste centrar la mirada en esta revolucionaria rusa? ¿Qué te interesa de ella?
DG. En la primera película titulada Love with Obstacles hay cartas manuscritas de Kollontai que también aparecen en la última película, no en imágenes, pero en una voz que las lee. O sea que la correspondencia es algo que se mantiene.
Empecé a leer sobre la figura de Kollontai hace cuatro años, coincidió con lo que se llamó un poco más tarde la “Marea Verde”, en Argentina. En España, fueron momentos muy importantes para el feminismo tras el famoso juicio a “la manada” y, además, sucedió la primera huelga feminista. Leer a Kollontai fue un encargo que me hicieron desde Estocolmo donde es muy conocida, o sea que su lectura fue una casualidad. Al empezar, vi muchas cosas que cien años después me parecen muy actuales y que tienen mucho que ver con el feminismo que se está discutiendo en este momento. La idea de la familia y el amor romántico como instrumentos de opresión fueron cosas muy presentes en el feminismo clásico, que se llama de la segunda ola y, sin embargo, Kollontai las ponía ya en primer plano. Así fue como empecé a interesarme por sus ideas y por su figura, ya que ella es un personaje muy interesante desde muchos puntos de vista: desde el papel que tuvo en la Revolución Soviética y “el echarse a perder” del sueño del comunismo. Establecí muchas conexiones que me importaban y estaban presentes en mi trabajo.
Dora García, Amor Rojo, Laboratorio Arte Alameda. Cortesía del Laboratorio Arte Alameda
VG. Sabes Dora, ese año cayeron en mis manos Autobiografía de una mujer sexualmente emancipada y El comunismo y la familia (2), en el contexto de las huelgas feministas. Para mí fue todo un descubrimiento: una autora que jamás había sido mapeada en mi acercamiento académico al feminismo y los estudios de género. Kollontai no encaja en ninguna de las olas del feminismo y esto me hizo pensar en la violencia epistémica contenida en la narrativa de la historia del feminismo que sitúa exclusivamente los enclaves de avance y conocimiento en Occidente.
Me parece que una de las maneras de abordar Amor Rojo es entenderla como un ejercicio hermenéutico, como una relectura de una autora como Alexandra Kollontai desde las herramientas conceptuales del presente. ¿Qué significa trabajar a una autora como Kollontai desde el contexto Latinoamericano en un país como México?
DG. La cuarta ola feminista, en la que estamos, me parece que tiene mucho que ver con la lucha contra el colonialismo, con una lucha postcolonial y América Latina me parece la locomotora de esta lucha. Esta afirmación me parece indudable desde mi experiencia. En México, pero también en Argentina y Chile, se identifica la violencia con un Estado que se muestra cómodo y feliz con el patriarcado. Esto hace que las manifestaciones tiendan a ocupar el espacio público de una manera significativa e interesante: el lenguaje que se utiliza, las consignas, los cánticos, lo que se escribe en los carteles. En las manifestaciones de Alemania o Suiza a las que he asistido se cantan consignas en español.
Además, Kollontai fue embajadora de la URSS en México. Es verdad que sólo estuvo seis meses en el país, pero es un momento histórico muy importante en el que la Revolución Mexicana estaba en un proceso de institucionalización y la Revolución Rusa en uno de degradación. Supuso un momento de desencanto personal y profesional para Kollontai que, sin embargo, siempre se mantuvo firme en sus funciones y convicciones, por las que seguimos luchando cien años después. El aborto fue despenalizado por primera vez hace cien años en la URSS, algo por lo que hoy en día seguimos luchando.
Dora García, Amor Rojo, Laboratorio Arte Alameda. Cortesía del Laboratorio Arte Alameda. Foto: Gerardo Luna
VG. Me queda clara la actualidad de su pensamiento, Kollontai es una autora que adelanta muchos conceptos y problemáticas, como la crítica a la familia o al amor. Tengo la intuición de que la pregunta por cómo organizar los afectos y cuidados es fundamental en nuestro tiempo, por ser la más profunda y transversal. Quiero decir, hacer compatible el sistema con la vida en todo los sentidos implica una confrontación radical con la necropolítica en la que estamos sumidos. Por lo que me cuentas, Kollontai es una de las imprescindibles para repensar nuevos modos de organizar afectos.
DG. Yo creo que en Kollontai hay dos conceptos que han sobrevivido prácticamente idénticos en el tiempo. El primero es el de amor camaradería, la idea de que la pareja y la familia burguesa que ahora llamaríamos heteronormativa es un obstáculo para la emancipación de la mujer y, por tanto, necesitan ser repensadas. El concepto de amor camaradería que ahora llamaríamos ternura radical.
La otra idea vigente en Kollontai es el hecho de que no todas las mujeres tienen los mismos intereses por el hecho de ser mujer. Ella hablaría de la diferencia de intereses de la mujer trabajadora y nosotras ahora añadimos los intereses de las mujeres racializadas, las mujeres migrantes, las estigmatizadas por la prostitución, las lesbianas… Es decir, que al hecho de ser mujer intersectan los tipos de opresiones a los que está sometida.
Como dijo Kollontai, eso es lo que no podemos olvidar y no olvidamos, que el objetivo de las mujeres burguesas es mantener sus privilegios, el nuestro, es cambiar totalmente el sistema.
Dora García, Olga Rodríguez, Paloma Contreras. Cortesía del Laboratorio Arte Alameda. Foto: Arturo López
1: El equipo de investigadoras de Amor Rojo estuvo integrado por Carla Lamoyi, Olga Rodríguez, Paloma Contreras y Rina Ortiz, además de la artista Dora García.
2: Puedes encontrar los dos textos en: Kollontai, Alexandra, Feminismo Socialista y Revolución. Selección de Escritos. Ed. Brigada para Leer en Libertad & Fundación Federico Engels. 2020, Ciudad de México, México.
Foto de portada por @photo.eraa. Cortesía del Laboratorio Arte Alameda