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Alejandro García Contreras en Saenger Galería

Reseña

Alejandro García Contreras en Saenger Galería

por Renard

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6 min

El trabajo de Alejandro García Contreras, en la Sala de Proyectos de Saenger Galería, es una selecta disposición de piezas multidisciplinarias (en este caso instalación, cerámica y pintura) que se interesan por temas como lo cósmico, lo femenino y la sexualidad.

Las piezas de la exposición involucran la cerámica, ya sea principalmente o “secundariamente” por ser, en algunos casos, el marco de las pinturas o incluso espejos en exhibición. Es evidente la íntima relación que el artista tiene con la materia y la contundencia de una tercera dimensión que en superficies planas plantea distintos modos de abarcar la forma. Y es justo por la forma que sería bueno cuestionar las obras de esta muestra.

¿Cómo se experimenta la voluptuosidad en dos dimensiones? Me parece que hay una distancia considerable entre el modo en que el artista concibe lo sensual desde lo escultórico y el modo en que lo busca aterrizar en la pintura. A veces, la pintura no se toca, el erotismo que esta puede producir surge de un ojo sucio por la mano que lo talla, pero no hay invitación al tacto sino a la dislocación de las intenciones de la boca, las manos y el cuerpo entero para con el objeto que observa.

Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez
Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez

Ahora, ¿cómo se puede pretender el acontecimiento pictórico bajo términos de una ilustración popular? Definitivamente es un medio que se utiliza bastante en estos días, como una resonancia del arte pop del siglo pasado: tratando de poner bajo criterios artísticos una imagen de difusión masiva. El símbolo publicitario, que alude a una espiritualidad pervertida de la era contemporánea, no está muy lejos del sentimiento sagrado que alguna vez se representó con otras imágenes, pero eso sí, de manera más íntima. Una de las piezas es un retrato de Sailor Moon penetrándose con un dildo. Está contenido por un marco de cerámica que continúa la temática del cosmos, fases de la luna, un cometa, etc. ¿Qué intenciones hay en pintar esto y cuál sería la diferencia entre enmarcar una impresión digital de la misma ilustración? Sea cual sea la imagen, la pregunta es: ¿Qué hace por la pintura esta disposición de llevar una ilustración a la tela y al óleo?

Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez
Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez

Si es una cuestión de mostrar una imagen para referir a una concepción de lo sexual, me parece que en todo caso lo que se está retratando ahí es de carácter más masculino que femenino. No lo digo porque Alejandro sea hombre, sino porque la presentación de los símbolos sin apertura a un desenlace no formal, rígido, tiene más connotaciones masculinas que femeninas, las cuales suelen transfigurar formas, ampliarlas y jugar con ellas sin que sucumban a la delimitación de ellas mismas, tema característico de la pintura hecha por todo tipo de personas. Por otro lado, en las esculturas de cerámica hay una continuación y perversión de la forma que refieren precisamente a lo femenino. Aunque se registre bajo formas de genitales, flores o pechos, estos salen uno tras otro, tras otro, dando paso a nuevos cuerpos de la misma cosa.

Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez
Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez

En Universa / Origen del universo, una mano tocando una vulva se fusiona con la idea de la expansión del universo. Es bien sabido que las concepciones mitológicas y culturales del cosmos se asocian con representaciones de lo femenino, pero no desde la gramática ni el género, sino desde la energía y la naturaleza que dan impresiones de lo inabarcable y a la vez de lo estricto, circuitos abiertos que corrompen los caminos trazados para dar paso a lo múltiple. Si bien, lo femenino se ha asociado a una anatomía, una vez dispuesto en el plano pictórico, por no decir otros como el literario o musical, me parece importante preguntar: ¿Cómo podría ir más allá de la vulva y los pechos?

La relación de quienes pintan con los símbolos es inevitable, no hay soberanía ni de la más pequeña línea cuando se pone sobre el lienzo, no hasta que ya no es lo que era. Por lo tanto, cualquier cosa puede ser pintada, pero representar algo es en todo caso lo contrario a pintar. Y esto no se limita a las corrientes de la abstracción o el expresionismo, sino al mero hecho de llevar una imagen a una superficie, es ahí donde la representación se compromete con la presencia de la obra. El problema de los símbolos es que muchas veces no dan autonomía a quienes los presentan, sino que acarrean su discurso general a donde sea que aparezcan. El tema de la representación no es una mera discusión entre figuración y abstracción, conceptualmente involucra conflictos que tienen que ver con entendimientos no figurados y a la vez expuestos en la creación artística.

Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez
Vista de la exposición de Alejandro García Contreras, ‘Vibrations of an Imperfect Cosmic Web’. Cortesía de Saenger Galería. Foto: Enrique Macías Martínez

En Vibrations of an Imperfect Cosmic Web hay piezas que sugieren una experiencia sensorial de lo femenino en tanto que objeto de deseo, pero no desde su identidad. No es novedoso el comentario de cómo el ojo del observador masculino ha configurado los estereotipos femeninos a lo largo de la historia, pero el interés aquí no es señalar algo semejante, sino pensar una vez más qué es el deseo y hasta qué punto uno se ve implicado en identificarse con su objeto, en caso de haber uno.

El deseo no puede ser tratado como una esencia, ni para defender la identidad sexual ni mucho menos las convicciones artísticas. El deseo se inserta tanto como se desconfigura y es en las fuerzas deseantes que objetos como el del arte traicionan las intenciones del productor a la vez que este se alimenta de dichas actualizaciones. De esta manera, me parece que la relación sensual y técnica del artista se evidencia en las cerámicas que no procuran dar una imagen como tal ni darle marco a otra imagen, sino ser un cuerpo en el espacio, haciendo sombra y relieve. Una experiencia de la imagen que invita a un sentido alternativo al de la vista.

En la exposición hay piezas rindiendo un homenaje de carácter simbólico a la figura clásica de la mujer, específicamente a Artemisa de Efeso. Más que aludir a lo femenino, la exposición hace un tributo a los arquetipos de la creación que en occidente han marcado las referencias gráficas de nuestra sociedad. (Por no mencionar que en el oriente hay personajes femeninos que representan la destrucción, como la diosa Kali en el hinduismo y sí, a esta le cuelgan los pechos, pero también unas cuantas cabezas de hombres de su cintura).

La visión de Alejandro alude a símbolos innegables de la cultura, pero también señala una estructura que viene siendo amenazada desde el siglo pasado. El trabajo del artista da pie a que estos símbolos se vean afectados y transmutados hacia un reconocimiento de ambas fuerzas, la femenina y la masculina, para abrirse a compromisos estéticos, recordando que el deseo rompe símbolos para crear experiencias y la representación es sólo el vestigio de lo incapturable.

Renard

Publicado el 15 octubre 2023