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Aguacal de raíz profunda: 'Notas desde el subsuelo' de Lorena Ancona en LLANO

Reseña

Aguacal de raíz profunda: 'Notas desde el subsuelo' de Lorena Ancona en LLANO

por Mariana Paniagua

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Tiempo de lectura

4 min

Entré a Notas desde el subsuelo pensando en cómo el agua atraviesa entre los poros de las arcillas y la tierra; lo fértil de la humedad que emana de dentro. El cuerpo de la exhibición es de trece pinturas de tierra, pigmentos y aguacal, en bastidores estucados de diferentes escalas, y cuatro esculturas cerámicas verticales con engobe negro.

Antes de venir, escuché a Lorena Ancona en una entrevista¹ contar su experiencia como artista desde la península de Yucatán, así como su acercamiento con las prácticas artísticas de lxs mayas prehispánicxs. Grandes observadorxs de la bóveda celeste, lxs imagino distinguir –ahora dentro de una bóveda terrestre, oscura y telúrica–, por el brillo de los pequeños cristales, a la atapulgita: un tipo de arcilla que puede unirse por su estructura química a la tinta azul índigo que se obtiene de la planta indigofera tinctoria o añil, para llegar al azul maya.

Estos conocimientos de la transformación matérica están también en el idioma maya yucateco, en el que las palabras sak, ek', chak, k'an y ya'ax refieren a sus colores primarios: blanco, negro, rojo, amarillo y verde-azul, respectivamente. Los compuestos para los diferentes matices de cada color se eligieron con mucha precisión y sensibilidad, por ejemplo, la palabra ya’xkab se usa para “cosa clara azul turquesa” y señala el espectro que transita entre el azul y el verde con transparencia y luminosidad; ya’xhule’n nombra el color del cielo; ya’xk’ole’n, el color del tiempo despejado; ya’xila’, el agua muy honda y sin suelo; ya’axil ha’, el color verde que “toma el agua por profundidad”.² Una gran parte de los términos para plantas y animales está designada mediante el color, así como diferentes estados emocionales, enfermedades, tipos de tierra y sus propiedades.

Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de Llano. Foto: Rubén Garay
Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de Llano. Foto: Rubén Garay

Ancona revisita esta carga-paisaje del color desde el azul y los fríos. Del fondo del estuco, con los pigmentos más diluidos y absorbidos por la superficie, emergen brochazos más sólidos y gráficos que escriben serpientes como signos, pero, igual de maleables que el término ya'ax, también trazan raíces, colas, lenguas, garras y la forma cóncava de las cuevas, evocada por los flujos de agua y aire que las atraviesan.

Los colores ahondan la superficie con la densidad de su historia material y nos guían al interior de una caverna, regresando sobre la línea de la obtención de sus pigmentos y lo que les da cuerpo, en una narrativa que sigue la continuidad de su propio misterio.

En Ríos a través de cuevas, la paleta nos sitúa frente a una raíz o un delta fluvial en la hondura de alguna noche bajo el agua o bajo la roca, rodeándonos del silencio tan específico de esos dos ambientes. A su lado Kab, sobre un fondo rosa luminoso, insinúa una serpiente atravesando a otra, que a la vez funge como cueva, pero abierta y diurna.

Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de LLANO. Foto: Rubén Garay
Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de LLANO. Foto: Rubén Garay

En esta serie de pinturas, hay un misterio que no es hermético, sino que se muestra en primer plano con aparente economía de gestos, pero complejo en la ritualidad que invoca: el paisaje desde una vulnerable genealogía de saberes.

El espacio blanco de la galería y el ambiente delimitado por las pinturas, con paletas diluidas, contrastan con las formas negras y verticales: dos de ellas penden como estalactitas, con el mismo peso ancestral que arrastran las serpientes sobre el vientre, mientras que el otro par crece del suelo como dos estalagmitas. Igual de polisémicas que las pinturas, estas esculturas parecen tanto una formación calcárea como un animal marino, a la vez que flor y serpiente. Sus formas ramificadas o enrolladas parecen filtrar y dispersar alguna salvia, agua o veneno en esta caverna especulada.

Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de LLANO. Foto: Rubén Garay
Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de LLANO. Foto: Rubén Garay

En Lengua de tierra y Estalagmita, al igual que en la pintura Vientos en cueva, lo ondulado brota del suelo con una gravedad enrarecida que borra las diferencias entre lo que sube y lo que baja. Ahuecadas como ánforas, tanto Caracol y flor como Pitahaya y flor penden del techo con sogas de henequén, haciendo eco de las estalactitas que, como vasijas, actúan como un recolector de agua por goteo, transformando lo líquido en pétreo.

Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de LLANO.
Vista de la exposición de Lorena Ancona, ‘Notas desde el subsuelo’. Cortesía de LLANO.

Sin hacer escenografía, Ancona despliega sutilmente en el espacio la concavidad y escala de una caverna para ensayar una materialidad investigada desde las profundidades con los procesos y formas que ahí habitan.

Mariana Paniagua

1: En el podcast Pata de mono de Diego Aramburu.

2: Savkic, Sanja. “El léxico cromático y la ideología maya”. Estudios de cultura maya, UNAM vol. 37 (2011).

Publicado el 25 mayo 2024