Accionar desde el reposo y reposar desde la acción
por Verana Codina
"El universo se encogió en madejas fantasmales" en La Nao, curada por Fabiola Iza
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Bordar, tejer, zurcir, coser son prácticas que, asociadas con lo ‘femenino’, lo doméstico y lo amateur, son relegadas muchas veces a meras eventualidades. El universo se encogió en madejas fantasmales reúne obras donde la acción de tejer o bordar supone un vehículo para la enunciación y emancipación política. Ya sea desde la desolación o el orgullo, las artistas presentes enuncian y denuncian narrativas que las han condicionado como sujetos subordinados, pasivos e inertes, para convertirlas en diligentes, activas y enérgicas, en fin, vivas.
Este ir y venir entre reposo y acción queda expuesto no sólo en las piezas, sino en la resistencia histórica de la mujer al enfrentarse a un mundo eternamente patriarcal. Ambos conceptos provienen de la noción de tiempo, son términos que insinúan un detenimiento o una activación del mismo. Digamos que en el contexto de la exposición, reposar significa habitar lo doméstico, mientras que accionar es perturbar lo público. Sin embargo, esto no significa que ambas relaciones sean exclusivas, más bien son intercambiables.
Ejemplo de ello son las Madres de la Plaza de Mayo que, como se hace referencia en la curaduría, es un grupo autoorganizado, integrado por madres, abuelas y hermanas, que desde 1976 sale a las calles a reclamar las vidas de miles de desapariciones forzadas efectuadas y perpetradas por el Estado durante la dictadura de Argentina. En un principio y para identificarse, utilizaron pañuelos blancos en la cabeza como símbolo de su condición de amas de casa, estrategia empleada para hacerse visibles y así evitar ser detenidas. Otro ejemplo lo vemos en Falda dinamita, de la artista Eunice Adorno, que utiliza la imagen de la casa-refugio para erigir un homenaje a algunas pensadoras y militantes que participaron en conflictos revolucionarios. Cuando Adorno toma la figura de la casa para hablar sobre la radicalidad política de estas mujeres desde una práctica como el bordado, refuerza de manera poética la idea de que es posible accionar desde el reposo y reposar desde la acción. Sobre la pieza bordada se narra el caso de Andrea Villarreal (1881-1963), precursora de la Revolución Mexicana, que participó de manera indirecta, pero puntual, al llevar armas y municiones a los rebeldes entre su ropa.
Obra de Eunice Adorno en El universo se encogió en madejas fantasmales. Foto: Verana Codina
Anécdotas como esta recuerdan lo que Silvia Federici llama ‘la marginalidad de la ama de casa en la lucha revolucionaria’1, donde el separatismo de la lucha de clases selecciona a ciertos sujetos como candidatos revolucionarios y a otros como condenados a meros roles de acompañamiento solidario. Esto mismo ocurre en la división entre el asalariado y el desempleado —el activo y el ‘reposado’— que a su vez sirve para medir la productividad de un individuo. Para ser productivo bajo el sistema de dominación capitalista se requiere la obtención de un salario, hecho que delega automáticamente al trabajo doméstico no remunerado como trabajo improductivo.
Por lo tanto, el conocimiento adquirido en este periodo de ‘improductividad’ es instantáneamente descartado o demeritado; actividades como la cocina, el bordado y la costura son etiquetadas como dóciles o secundarias por una falta de ‘profesionalización’ de las mismas. Incluso si son trasladadas al campo de la producción, difícilmente abandonan su etiqueta. Sin embargo, durante la Revolución Industrial, cuando se liberó la mano de obra de las restricciones de la especialización y de la necesidad de fuerza física2 —condiciones supuestamente exclusivas de los hombres— y las mujeres fueron introducidas a las fábricas textiles, se produjo un cambio donde finalmente pudieron convertirse en sujetos políticos y autónomos a través del trabajo.
Marge Monko, Kreenholm #16. Cortesía de la artistaMarge Monko, Kreenholm #15. Cortesía de la artista
Fall of the Manufacture, de la artista Marge Monko, es una serie fotográfica que retrata la famosa fábrica textil abandonada de Kreenholm, ubicada en Narva, Estonia. En las imágenes vemos murales y monumentos erigidos en las instalaciones del enorme complejo industrial que evidencian la presencia del poder de la fuerza de trabajo femenina. El trato que se le da a la imagen de la mujer en dichas construcciones dista mucho de la representación pasiva o voyeurista relacionada con la ‘musa’, por el contrario, son mujeres que se muestran fuertes, decididas, listas para luchar en pos del capital. Pero la protección que ofreció la industrialización y el desarrollo capitalista como fuerzas emancipadoras que podrían acabar con la división del trabajo, donde las diferencias de género habrían perdido toda ‘importancia social’ a través de la clase trabajadora3, falló en prosperar. El estado de abandono de la fábrica refuerza la idea de una promesa más que no se cumplió.
Obra de Chantal Peñalosa en El universo se encogió en madejas fantasmales. Cortesía de LaNao
Contrario a la determinación que revelan estos monumentos soviéticos, Sin título de Chantal Peñalosa trata sobre la quietud, sobre la espera como una actividad feminizada. La obra está inspirada en el personaje de Penélope, de La Odisea, quien esperó durante 20 años el retorno de su esposo a Ítaca, simbolizando la fidelidad conyugal. Durante este periodo, Penélope tejió un sudario que, de concluirlo, supondría la muerte del rey Laertes, lo que la llevó a deshacerlo por la noche. El relato pone en evidencia no sólo la importancia del proceso, sino también su finalización.
La repetición, los patrones, las hiladas, sacar y meter hilo, cortar, deshacer y rehacer establecen un ritmo que en su procesualidad incita a un estado de autorreflexión e, incluso, de sanación. Esta intención se hace evidente en la pieza Mujeres bordando junto al Lago Atitlán, de Teresa Margolles, un video que muestra la interacción y las conversaciones entre algunas mujeres mientras bordan colectivamente sobre una tela ensangrentada que cubrió a un cadáver. Cada motivo bordado contiene un dato, un afecto o una denuncia que al estamparse sobre la tela contribuye a la conmemoración de las víctimas de violencia. A su vez, la acción funciona como una vía terapéutica para la asimilación y superación de un trauma. Anudar el último hilo significa suturar la herida para dar paso a la cicatrización.