A media luz te vi convaleciente. Sobre 'Inverse Sátiro Envy' de ASMA y Julio Ruelas en PEANA
por Bruno Enciso
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El dúo de artistas ASMA (Hanya Belia y Matías Armendaris) presenta Inverse Sátiro Envy en la galería PEANA (CDMX), acompañado por la curaduría de Rodrigo Ortiz Monasterio. Como resultado de una curiosa maniobra, junto a ASMA expone Julio Ruelas (1870-1907), pintor y grabador mexicano. El trabajo de Ruelas está históricamente asociado con la escuela simbolista, así como con la Revista Moderna, bastión literario del pensamiento romántico en México a finales del siglo XIX. Figuras como la suya perfilan el mito del artista maldito: entregado a sus pasiones, vive una vida corta, solitaria y artísticamente virtuosa. Seguramente hay algún tipo de entusiasmo detrás de la recuperación del legado de Ruelas para este proyecto, pero no estoy convencido de que se trate de un homenaje. Aunque esta atmósfera propicia la cautela, corre en paralelo una curiosidad morbosa.
Se presenta aquí una cautivadora selección de obras del artista decimonónico, provenientes de colecciones privadas. Se invoca al fantasma del cuerpo que reposa tranquilo en un cementerio de París (tal cual lo deseó en vida) para volver a encantar el fruto de su oficio y que mire reunidos a algunos de los demonios que perturbaron su espíritu. Estas pinturas y grabados producen encuentros delicados y densos, vueltos visibles a través de referencias eruditas y símbolos envenenados. La nave de la galería se mantiene primordialmente oscura, sin ninguna luz institucional que consiga presentar estas obras como documentos patrimoniales. El naranja de los muros parece estar contaminado, no logra ningún efecto de calidez.
Individualmente o en pequeños ensambles de no más de tres elementos, los cuadros de Ruelas están iluminados por lámparas de pantallas semi traslúcidas de color verde que resplandecen ácidas y espectrales. ASMA las ha intervenido con composiciones intrigantes, reconocibles fácilmente como parte del reino plástico-poético que les caracteriza. Si bien podría resultar interesante desglosar los juegos visuales y de lenguaje que vibran en cada una de estas composiciones, la relación entre lámparas y cuadros es la que me parece central, la que sostiene la exposición.
En los cuadros: espantosas emanaciones de un antiguo espíritu moderno, consciente de su propia decadencia. En las lámparas: el rescate de un objeto nostálgico, ingenuamente burgués, ahora recubierto de gestos irónicos y artificiosos, produciendo mínima luz con los valores hiper condensados de la sociedad post internet. Lámparas y cuadros provienen de tiempos distintos, forzados por les artistas a confrontarse y descubrirse mutuamente. Una luz tenue basta para señalar el oscurísimo abismo, que luego de varios siglos, persevera. Forzando los tiempos a colapsar, los artistas esquivan el quehacer historicista. No buscan explicar un ciclo y tampoco alcanzan a narrar un linaje maldito. Si acaso, intuyen su proximidad con el abismo. Sospechan que la maldición sigue activa.
Importante destacar la presencia de un retrato de tratamiento cubista pintado por Ángel Zárraga (1886-1946). Se trata de un personaje de sutil androginia sentado frente a una mesita desayunadora, sosteniendo una taza. Tanto el aire doméstico como la paleta apastelada parecen escapar del régimen lúgubre del resto de la muestra. Este emblema es necesario para que la maldición perdure. Un rostro inocente, un objeto convencional, algo que encubra la oscuridad al mismo tiempo que la conserve. Su funesta latencia permanece perceptible sólo para unos cuántos observadores sensibles, susceptibles a afectarse.
Vista de la exposición, ASMA & Julio Ruelas: ‘Inverse Sátiro Envy Pt. II’. Cortesía de les artistas y PEANA. Foto por White Balance Mx.
El segundo momento del montaje introduce una enorme escultura al centro de la galería. Se trata de un cuerpo masculino recostado en una posición cómoda y amanerada. La luz tenue y verdosa resulta adecuada para mirar sus interiores, como en una extraña radiografía. Sus órganos se confunden con sus chakras porque todos son basura, cachivaches indigeribles de tan modernos. Tengo la impresión de que este personaje encarna la envidia invertida anunciada en el título de la muestra. Prefiere optar por la doble negación (una afirmación desviada) que pronunciar abiertamente su deseo tal cual es: trastornado, plástico e insaciable. A riesgo de ser demasiado ilustrativos, quizá los artistas ensayan aquí los efectos vigentes de la maldición: un nuevo y perecedero sentido de lo humano.
Vista de la exposición, ASMA & Julio Ruelas: ‘Inverse Sátiro Envy Pt. II’. Cortesía de les artistas y PEANA. Foto por White Balance Mx.
Si se toma perspectiva de la lógica interna de esta instalación, podría esbozarse un comentario de corte más político acerca del problemático engarce del mito del artista maldito con una cierta genealogía del arte contemporáneo en México. Afortunadamente, desde hace algunos años parece que dicho engarce se ha cuestionado desde distintos posicionamientos como los feminismos. En ASMA parecen ser conscientes de las dinámicas que nos atraviesan como agentes cercanos a cierto tipo de arte y, sin perderlas de vista, han producido un marco para revisarlas en relación a la intimidad que se tiene con unx mismx dentro de esta falsa alcoba, antes de salir al terreno del discurso bienpensante. Me retiro de la exposición con la sospecha de que en la medida en que se reinstaure la producción de objetos como eje central del quehacer artístico, los espacios para repasar esa intimidad serán más difíciles de localizar.